La vida embotellada

Esta tarde he tenido el gusto de asistir a la presentación del documental ‘Villas Miseria’, del intrépido periodista argentino Hernán Zin, que viene a encarnar el sueño de muchos de los estudiantes de Periodismo que, una vez ejercen la profesión –si lo consiguen-, terminan por caer en el oscuro mundo del plagio de teletipo. No es el caso de Hernán y, a juzgar por cómo se han desbordado las previsiones de asistencia al acto -yo mismo inauguré la sentada en el suelo-, somos muchos lo que seguimos su trabajo.

El documental, programado esta semana en diferentes pases en el Canal Odisea, pone nombre y apellidos a esos 1.000 millones de personas -una sexta parte de la población mundial- que viven en la actualidad en poblados chabolistas. Así, aparece gente como la Loca Elena de un suburbio de Buenos Aires o Nepal Sernakan, un niño totalmente dependiente desde que se cayera al suelo y se golpeara la cabeza y que vive en uno de los numerosos poblados de India en donde de media por habitación viven 13 personas.

Escuchar los testimonios de Hernán, recién llegado de Sudán realizando entrevista para sus artículos sobre las violaciones en la guerra -documental que se estrenará dentro de un año-, es estremecedor. Insiste en la necesidad de que “los gobiernos incluyan estos problemas en sus agendas, ya sea de un modo altruista o egoísta, porque tarde o temprano afectará al mundo occidental”.

A pesar de todo, tras los cuatro años que le ha llevado recoger el material para
'Villas Miseria', inquieta, sorprende… acongoja saber que, desde su punto de vista, “en estas chabolas se ve la condición humana sin matices, en blanco y negro, se exageran todas las condiciones humanas, sin límites de ningún tipo, como tenemos en Occidente”.

Y uno se sorprende comprobando que Hernán tiene razón, que “en esos poblados la vida es más vida... en Occidente, tomamos la vida embotellada”.
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