Moratinos recoge tempestades en la FAO

Quien siembra tormentas recoge tempestades. Moratinos lo ha vivido en carnes propias. El ex ministro de Asuntos Exteriores se ha quedado en la cuneta en su camino hacia la presidencia de la FAO. El brasileño José Graziano da Silva se ha hecho con la presidencia, haciendo valer su pasado como pieza clave en el Programa Hambre Cero de Lula en Brasil. Es un resultado justo e inteligente porque Moratinos no merecía ser director de FAO, no ha hecho méritos para ello. Baste echar un ojo a sus páginas web durante las candidaturas: mientras Graziano presume de apoyos como Ban Ki-moon, la Fundación Gates o Ignacy Sachs; Moratinos hace lo propio con Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo o Diego Forlán.

Además, si uno hace repaso a la trayectoria de Moratinos en la cartera de Exteriores podrá comprobar su gusto por relacionarse con dictadores entonces amigos de la Comunidad Internacional, como Mubarak o Ben Ali, y no tan tan amigos, como Teodoro Obiang. De hecho, durante su campaña por la FAO ha visitado tanto Guinea como Gabón para pedir sus apoyos o, lo que es lo mismo, ha buscado el aval de países en el top del ránking de violaciones de DDHH.

Y es que las relaciones comerciales han primado muchas veces las políticas de Exteriores de Moratinos, que ha sabido dejar a un lado el respeto por los Derechos Humanos cuando estaban en juego un puñado de euros. El máximo exponente de ello es su apoyo incondicional al dictador Mohamed VI, olvidándose por completo del pueblo saharaui e, incluso, favoreciendo el Acuerdo de Pesca marroquí-europeo que, precisamente, priva de sustento al pueblo al que legítimamente le pertenece, el saharaui.

¿Con estos mimbres, qué cesto pretendía elaborar Moratinos? Con su derrota y la victoria de José Graziano da Silva hemos ganado todos.
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