Esta mañana he desayunado con la noticia de que Rusia podría entrar
en la Organización Mundial de Comercio (OMC). El próximo 15 de
diciembre, cuando se reúnan los ministros de Comercio de la OMC, se verá
si el freno que está tratando de imponer Georgia fructifica o, por el
contrario, se da entrada al régimen de Moscú. La noticia aparece el
mismo día que sabemos que el Kremlin está dispuesto a paliar la crisis
de la Eurozona a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) con algo
más de 7.100 millones de euros.
Rusia, enmarcado en el grupo de países emergentes (BRICS: Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica), al rescate de la Vieja Europa. Ambos
movimientos del Kremlin vienen motivados, claro está, por el interés
propio dentro de una contexto de globalización. ¿Quién rescata a los
países más pobres? En realidad, nadie. En estos tiempos, los ricos andan
tan preocupados en salvar su acomodado estilo de vida que no reparan en
los más pobres. No es que lo hicieran demasiado antes de la crisis,
pero la pasividad se ha incrementado exponencialmente. Somalia y la
hambruna del Cuerno de África son una prueba irrefutable.
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