Durante ayer y hoy la Conferencia de Ciberespacio de Londres reúne
a expertos de internet todo el mundo. En el arranque de la sesión
vespertina, David Cameron compareció por sorpresa; no se le esperaba
pero probablemente la caída del cartel de Hillary Clinton por el
fallecimiento de su madre y su sustitución por el vicepresidente de
EEUU, Joe Biden, obligó al primer ministro a hacer acto de
presencia. Hablar de Relaciones Internacionales sin reservar en el
dibujo un espacio para internet ya no es posible. El ciberespacio se ha
convertido en un catalizador de cambio, en una herramienta al servicio
de todos: activistas y hackactivistas, revolucionarios, servicios secretos, empresarios, ciudadanos, terroristas… Todos.
En ese contexto, los Gobiernos juegan un papel esencial y durante la
jornada de ayer todos coincidieron en que la libertad de expresión y la
apertura de internet deben prevalecer sobre el intervencionismo
estatal. Sin embargo, y el discurso bipolar de Cameron así lo evidenció,
los Gobiernos no están dispuestos a perder el control. Los hay que
censuran abiertamente, bloqueando contenido y servicios de internet a
sus ciudadanos, como es el caso de China o Irán; pero también quienes lo
hacen de un modo más velado y, si bien no censuran, sí vigilan,
controlan y, en casos excepcionales, se mueven en las arenas movedizas
del apagón de internet. De hecho, el mismo Cameron que ayer hablaba de
libertad y de una internet abierta es el mismo que durante el mes de
agosto desconectó servicios de internet para aplacar las revueltas sociales que asolaron el país.
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