Carnicería en Melilla

En lo que va de año, unos 3.000 inmigrantes irregulares han intentando saltar la valla fronteriza de Melilla, casi el doble que en el mismo periodo de 2012. En lugar de poner en marcha más programas de cooperación internacional para atajar los problemas en los países de origen, el Gobierno español opta por la represión.

Ayer saltaba la noticia: España volverá a instalar las concertinas en la valla fronteriza de Melilla. Se trata de la variante militar del alambre de espino, una maraña de alambres y pequeñas cuchillas de acero de doble hoja que recibe su nombre por desenrollarse como un acordeón. Las vallas fueron instaladas por la Administración Zapatero tras las avalanchas de 2005, siendo retiradas tan sólo un año y pico después (2007) por las graves lesiones que provocaban en los inmigrantes.

El término militar para referirse a estas concertinas es el de alambrada rápida, debido a la facilidad de su instalación. Los propios militares lo definen como obstáculo pasivo porque hiere pero no mata. Sin embargo, las gravedad de las heridas no son nada despreciables, como así lo sugieren los nombres de los modelos de concertina que ya se instalaron en 2006: Arpón, Super Arpón y Puntas de Flecha.

El modelo que se instaló entonces era el BTO-22, que con sus hojas de 15 milímetros de longitud y sus 22 de ancho, separadas en espacios de 34 milímetros, no son de las más dañinas puesto que los modelos de gama alta pueden llegar a tener cuchillas de 65 milímetros con garfios. "El obstáculo antipersonal ideal", como lo define alguno de sus fabricantes.


Rostros desgarrados, cortes profundos en manos, brazos y piernas... cuerpos cubiertos de sangre. Es la prueba viva -aunque malherida- de que no es el "obstáculo antipersonal ideal", puesto que la desesperación del inmigrante es tal que ni la concertina puede pararle. Esta alambrada rápida es una medida inhumana, propia de un Gobierno ruin y mezquino que pronto ha olvidado la tragedia de Lampedusa. Quizás esta es la implicación de la Unión Europea que nuestro presidente pidió en Bruselas: en lugar de colaborar en resolver las razones del éxodo inmigrante, masacrarlos antes de que crucen nuestras fronteras... o, como ya se viene denunciando desde hace tiempo -incluso es objeto de cursos de español-, abandonándolos en el desierto.

La sirga tridimensional
Cuando en 2007 se retiró la primera concertina, el Gobierno invirtió cerca de 30 millones de euros en elevar la valla de 3 a 6 metros, inclinarla 10 grados hacia Marruecos para dificultar su escalada y, sobre todo, instalar la llamada sirga tridimensional: un sistema de cables de acero trenzados situado en el espacio entre las dos vallas. Su longitud era de 1.200 kilómetros, es decir, que podria unir Cádiz con Léridad, con un diámetro de entre 6 y 12 centímetros, alzándose de 3 a 6 metros.


Tras su instalación, por la que se interesó EEUU para replicarla en su valla fronteriza con México, se realizaron pruebas con alpinistas para comprobar que la sirga no fuera lesiva. Así lo constataron estos tests que determinaron que el tiempo requerido para superar los obstáculos podría rondar los 15 minutos.

Sin embargo, sí es lesiva. Así lo demuestra el testimonio en 2006 a El Mundo de un joven camerunés que tras caer en la sirga terminó con la muñeca rota, cortes y un traumatismo abdominal. "No estoy muerto porque Dios lo ha querido", relataba, "Me quedé sin respiración por el golpe en el costado, pero tenía que seguir porque Marruecos es para mí la muerte". Así que continuó y, sin saber cómo, trepó por la tercera valla de seis metros y la saltó. Entre tanto, la concertina de cuchillas a ambos lados de la frontera le desgarró la piel de los pies, brazos y manos.
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