Pablo Casado miente. Y quien miente, efectivamente, es un mentiroso,
algo éticamente reprobable siempre pero cuando, además, ostentas un
cargo como el de vicesecretario de Comunicación del partido político del
Gobierno es extremadamente grave, aunque en el PP nos tengan más que
acostumbrados. A veces, incluso, parece que en Génova la mentira cotiza al alza, que cuantas más tengas en tu currículum llegarás más lejos.
Gente como Aznar marcó ya el camino, poniendo el listón muy alto con la
guerra de Irak, y el propio Rajoy es un digno sucesor de la mentira
habiendo conseguido llegar al poder con un programa oculto.
Por este motivo, en el PP quizás no ha sorprendido a nadie que Casado afirme sin que le tiemble la voz que en Grecia se "se ha desatado una ola de atracos y violencia inusitada".
Resulta curioso que la imagen que han trasladado, incluso los
corresponsales y enviados especiales de los medios más ligados al
régimen que sufrimos en España, jamás hayan hablado en esos términos
para describir la situación griega. Han podido hablar de desesperación
en algunos barrios, de largas colas en los cajeros, de miedo por los
ahorros... pero ninguno describió una situación de atracos y violencia.
Ni siquiera la lamentable enviada especial de la televisión
gubernamental (TVE), Susana Burgos, cuya objetividad informando sólo es
comparable a las posibilidades de Bin Laden para el Nobel de la Paz.
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