Delfines para detectar minas submarinas, perros rastreadores de droga
y personas y, ahora, águilas caza-drones. La Policía Metropolitana de
Londres estaría barajando la posibilidad de entrenar águilas para atrapar drones al vuelo. Forma parte de su discurso de organización innovadora capaz de adaptarse a los nuevos tiempos.
La idea original, en realidad, viene de Holanda: la compañía Guard from Above se ha dedicado a entrar a estas rapaces para abatir los drones hostiles. De hecho, la policía holandesa ya cuenta a sus espaldas con alguna experiencia al respecto.
¿Qué
se considera un drone hostil? Bueno, en realidad, en Reino Unido lo
tienen claro: en los primeros cinco meses del año, el ministro de
Justicia informó de hasta nueve intentos de infiltrar drones en prisiones de Inglaterra y Gales,
muchas veces con el objetivo de distribuir droga. Ahí es donde la
Policía londinense parece encontrar una clara utilidad a las águilas,
por considerar esa opción menos peligrosa que abatir el drone a tiros.
La
preocupación por el uso indebido de los drones escala en los últimos
meses. A finales del año pasado, uno de los consejeros de antiterrorismo
británico alertó del riesgo de que los terroristas utilicen aeronaves no tripuladas comerciales para atacar aviones de pasajeros. Poco después, el think tank
Remote Control Project desarrolló esta teoría explicando que bastaría
con programar el GPS de los drones con las coordenadas del objetivo.
Paralelamente, la Junta de Proximidad Aérea de Reino Unido asegura que, en
el último mes, las aeronaves no tripuladas habrían estado implicadas en
lo que podían haber sido cuatro grandes accidentes en los aeropuertos
británicos. Remote Control Project amplía hasta 20 este tipo de
incidencias entre enero de 2013 y agosto de 2015. A un nivel inferior,
en Reino Unido ya han comenzado a detectarse el uso de drones por parte de los ladrones para espiar y planear sus golpes en los hogares.
Para
Guard from Above se trata de una solución poco tecnológica para una
problemática de alta tecnología. Las pruebas realizadas hasta la fecha
demostrarían que las águilas son capaces de evitar las hélices. Sin
embargo, la otra cara de la moneda viene de la mano de las
organizaciones conservacionistas, como el Centro Internacional de Aves
de Presa de Gloucestershire, desde donde su directora, Jemima
Parry-Jones, no sólo no recomienda soltar a esas rapaces de tanta fuerza y envergadura en áreas urbanas sino
que, además, duda de que efectivamente el animal sea siempre capaz de
evitar cortarse con las aspas que giran como auténticas cuchillas. En
ese sentido, reclama que la Policía también atienda a su asesoramiento
como expertos en la materia.
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