Seguramente la imagen del rostro de mujer que aparece en la
fotografía inferior como marca de agua le habrá pasado
inadvertida siempre. Es la matemática Ada Lovelace,
cuya imagen fue utilizada durante años por Microsoft para sus
certificados de autenticidad de Windows. Del mismo modo que a usted le
pasó inadvertido ese rostro, la propia Historia ignoró a Lovelace y su
trabajo, a pesar de ser considerada la primera programadora informática.
En plena era victoriana, en una sociedad en la que las mujeres debían ser dulces y comedidas, obedientes... virtuosas, Lovelace marcaba la diferencia. Era 'hombreriega' (¿para cuándo esta palabra, RAE?),
amiga del alcohol y el juego, de las drogas... manipuladora y de
carácter fuerte, infiel... y con un talento matemático sin igual.
Su educación desde chica, su complicada infancia tuvo su aporte en todo eso. Lovelace fue la única hija legítima del poeta Lord Byron,
que terminaría casándose con su madre por dinero. Durante la luna de
miel, Byron cometería adulterio con su cuñada y terminaría abandonando a
la madre y a Ada cuando ésta sólo contaba cinco semanas. Según relatan
algunas biografías, la madre nunca superó el abandono y, quizás por eso,
inculcó a Ada las matemáticas y la lógica por encima de las emociones, de las herencia de pasiones desatadas de su padre.
En
ese sentido, Lovelace fue una auténtica visionaria, capaz de
anticiparse a los ordenadores que se construirían un siglo después. Incluso ahora un lenguaje de programación lleva su nombre: lo crearía hace 37 años el Departamento de Defensa de EEUU basándose en Pascal.
Desarrolló
buena parte de estos trabajos matemáticos junto al informático Charles
Baggage. Juntos diseñaron la Máquina Analítica, que terminaría
preconfigurando la informática moderna. Aunque la máquina no llegó a
construirse nunca en su totalidad -entre otras cosas, por falta de
financiación-, detrás se encontraba el que sería casi con toda
seguridad, el primer programa informático de la Historia... y fue obra
de Lovelace.
A fin de cuentas, ella alumbraría el concepto de
‘lectura de instrucciones sucesivas' apoyándose para ello en los textos
del italiano Luigi Menabrea; ella desarrollaría una suerte de algoritmo. En esencia, aquella máquina fue inventada para ejecutar programas y realizar cálculos matemáticos; tanto es así que las tarjetas perforadas de la II Guerra Mundial son herederas directas de estos trabajos y el propio Alan Turing reconoció y alabó años después.
Lovelace
moriría con 36 años víctima de un cáncer de útero. Aunque el 14 de
octubre se celebra el Día de Ada Lovelace para celebrar, precisamente,
los logros de las mujeres en el mundo de las ciencias, de la tecnología,
de la ingeniería y las matemáticas, desde kⒶosTICa
he querido traer hoy su recuerdo. Y lo he hecho, en el Día Internacional
de la Mujer, porque Lovelace no sólo fue un ejemplo en el mundo de las
Ciencias, sino en la vida en general: un ejemplo de que nadie debe seguir patrones por su género, ni para bien ni para mal. En eso, como en programación, también no dio una lección.
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