El Gobierno crea un Gran Hermano con la excusa del registro de pasajeros

Después de que permaneciera en un vacío legal desde hace cinco años, el Parlamento Europeo aprobó ayer la creación de un registro de nombres de pasajeros (PNR, por sus siglas en inglés), si bien será cada Estado el que elabore el suyo propio. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, siempre ha sido uno de los máximos defensores de este registro, en contra del anterior de la Agencia Española de Protección de Datos (AEDP), que cuestionaba seriamente “la utilidad que un fichero policial de viajeros pueda tener en este tipo de lucha antiterrorista”


El experto en protección de datos dudaba del principio de proporcionalidad, es decir, del beneficio real que reportará ese archivo a cambio de sacrificar la intimidad del ciudadano. Estas dudas desde la AEDP parece que no importaron al ministro del Interior, ni siquiera le importó que el Parlamento Europeo no se hubiera pronunciado al respecto puesto que cuatro meses antes del dictamen de ayer adjudicó el desarrollo del PNR por más de 1,6 millones de euros. 

Paradójicamente, la adjudicación recayó en Indra, empresa investigada por su supuesta implicación en tramas como la Púnica y ello a pesar de ser 400.000 euros más cara su propuesta que otras presentadas. Dicen las malas lenguas que así se compensaba el no haberle adjudicado, como era costumbre, el recuento electoral de las pasadas Elecciones Generales del 20 de diciembre.

Sea como fuera, el Gobierno ha utilizado la creación del sistema PNR para crear un Gran Hermano. Según detallaban los pliegos técnicos, el objetivo del proyecto era “mejorar los procesos de trabajo de las diferentes áreas del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO)”. ¿Cómo? De nuevo, remitiéndonos a los pliegos, gracias a que el “sistema permitirá a los analistas enfocarse en su trabajo, minimizando y automatizando ciertas tareas que no aportan valor a la actividad de  inteligencia y por lo tanto optimizando el ciclo de análisis”.

Entre los datos a registrar de todo aquel que coja un vuelo figuran:
  1. Registro PNR
  2. Fecha de reserva del vuelo
  3. Fecha(s) de viaje previstas
  4. Nombre(s) del pasajero
  5. Dirección e información de contacto (teléfono y dirección de correo electrónico)
  6. Formas de pago. Información de facturación
  7. Itinerario completo
  8. Información pasajero frecuente
  9. Agencia de viajes
  10. Estado del viaje del pasajero, incluyendo información sobre embarque, cancelación, etc.
  11. Información PNR dividida
  12. Observaciones generales
  13. Información sobre el billete (número, fecha, ida/vuelta, etc.)
  14. Número de asiento y otra información relacionada
  15.  Código de compartición información
  16. Información sobre equipaje
  17. Número y otros nombres de pasajeros en el PNR
Estos son sólo algunos de los datos que, además, se almacenan en un histórico para hacer comparativas y detectar cualquier cambio. El sistema cuenta con capacidades de análisis avanzado de texto para la extracción de personas, lugares, organizaciones, citas y temas, permitiendo incluso la extracción de opiniones asignadas a cada concepto extraido.

Desde Interior se persigue crear perfiles de riesgo y diseñar patrones, analizando tendencias de comportamiento (identificar una ruta frecuente, acompañantes, cancelaciones, líneas aéreas...). No sólo eso, los pliegos son muy claros al exigir que el sistema que diseñe Indra habrá de ser capaz de identificar automáticamente el perfil demográfico y sociológico de los pasajeros.

El Gran Hermano que se oculta tras el PNR realiza un seguimiento de la redes sociales abiertas, captando información de redes como Twitter, Google Plus, LinkedIn, Tumblr, Instagram y Flickr; de servicios de vídeo como YouTube, Vimeo o LiveLeak y de buscadores como Google, Bing, Yahoo, Duck Duck Go. No sólo eso, sino que aunque el objetivo era únicamente registrar los vuelos, el sistema también monitoriza los RSS, foros, blogs y páginas genéricas profundizando, incluso, en los comentarios que realicen los ciudadanos en los blogs o los nicks/usuarios con que realicen sus posts.

Si antes de conocer lo que realmente se ocultaba tras el PNR, la AEDP dudaba de la legitimidad del registro, imaginen lo posible vulneración que se están cometiendo de las libertades civiles.
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