Nuevas tecnologías, nuevas desigualdades


La ONU, a través de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) acaba de publicar su Informe de Tecnología e Innovación 2021 y la conclusión es clara: las Tecnologías de la Información (TI) serán determinantes en material de igualdad… para bien o para mal. Las TI pueden contribuir a una recuperación inclusiva de la economía post-COVID pero, si las regiones más desfavorecidas pierden esa ola, la desventaja se incrementará a pasos agigantados.

La Inteligencia Artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT), el big data, blockchain, 5G, impresión 3D, robótica, drones y, fuera la órbita TI, la nanotecnología, la energía fotovoltaica o la edición genética son algunas de las innovaciones que pueden ser decisivas a la hora de reducir una desigualdad que el coronavirus y la insolidaridad mostrada hasta la fecha se han encargado de disparar.


 

El informe de UNCTAD, subtitulado 'Atrapando olas tecnológicas: innovación con equidad', prevé que para 2025 estas tecnologías podrían suponer un mercado de más de 3,2 billones de dólares, comparado con los actuales 350.000 millones. Sin embargo, el mensaje no es netamente positivo, dado que a medida que surgen nuevas tecnologías, también lo hacen nuevas desigualdades… llevamos viéndolo desde la primera revolución industrial hace más de 250 años. Según detalla el estudio, entre 1820 y 2002, la contribución de la desigualdad entre países a la desigualdad global aumentó del 28% al 85%.

La automatización –y la previsible eliminación de determinados trabajos- y la uberización –precarización del empleo que explota a falsos autónomos al más puro estilo repartido de comida a domicilio-, aderezados con la continua pérdida de derechos laborales, encarnan los peores fantasmas que se aparecen a quienes temen un crecimiento exponencial de la desigualdad. Los peores escenarios sugieren que en entre el 30% y el 50% de los puestos de trabajo podrían automatizarse los próximos 20 años en Europa y EEUU.


 

Una de las claves para que este no suceda se encuentra en los gobiernos. Según se desprende del estudio, la tarea de éstos “es maximizar los beneficios potenciales, al tiempo que se mitigan los resultados perjudiciales”. De otro modo será imposible que los beneficios que se derivan de estas nuevas tecnologías alcancen a todo el mundo. En este sentido, la UNCTAD reclama que los gobiernos promuevan políticas de ciencia, tecnología e innovación (CTI) adecuadas a su etapa de desarrollo, pues será imprescindible contar con personas y empresas preparadas para todos estos cambios. Los países mejor preparados son EEUU, Suiza, Reino Unido, Suecia, Singapur, Países Bajos y Corea del Sur.


Respecto a los países en vías de desarrollo, resulta básico que se vaya alcanzando el acceso universal de internet y que la alfabetización digital se extienda pero, ¿cómo promover esto cuando los índices de pobreza son tan elevados? La cooperación internacional vuelve a aparecerse crucial. Según el informe, ésta habría de centrarse en desarrollar capacidades nacionales más sólidas en CTI, facilitar la transferencia de tecnología o aumentar la participación de las mujeres, pero si la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2020 se tuvo que reconvertir en la Agenda 2030, ¿qué posibilidades hay realmente de que esto suceda sin repetir las prácticas neocolonialistas llevadas hasta la fecha?

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