La Iglesia como coto de caza para depredadores sexuales

Hace un par de semanas, la Fiscalía reprochó a los obispos la "escasísima información" que estaban aportando en la investigación sobre abusos sexuales a menores cometidos por la Iglesia. La Conferencia Episcopal puso entonces el grito en el cielo, remarcando su disposición a colaborar. Apenas quince días después, conocemos que el Arzobispado de Barcelona ha estado ocultando a un depredador sexual cuyos abusos se conocen desde los años 70. Esa es su colaboración; esa parece ser la naturaleza de una institución podrida desde los cimientos.

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