Guantes amañados y mandíbula de cristal

 

No hace falta entender de boxeo para saber que tener puño de hierro y mandíbula de cristal es una mala combinación. Es lo que le pasa al Partido Popular (PP), que sin ni siquiera poseer esa contundencia en su pegada, se tambalea y reclama al árbitro cuando apenas lo rozan. Además, los del PP son golpes bajos, ruines, como escenificó ayer el alcalde José Luis Martínez-Almeida durante el pleno del Ayuntamiento de Madrid.

“Los nuevos mejores amigos de Pedro Sánchez”, dijo Almeida mientras sostenía una fotografía de terroristas de Hamás, los mismos que tanto el PSOE como Sumar, desde sus formaciones y desde el Gobierno, han condenado repetidas veces. Es pues, una mentira, una golpe bajo como el que esta semana también ha protagonizado otra púgil del PP, Isabel Díaz Ayuso, pretendiendo ausentarse de sus responsabilidades para inaugurar un tramo de tren a cientos de kilómetros de Madrid. Mintió Almeida como mintió Ayuso al indicar que siempre se ha invitado a la presidencia de Madrid en la inauguración de cualquier tramo de una vía que parta de la capital, así estuviera en Cádiz.

No es, pues, un puño de hierro lo que tiene el PP, sino más bien guantes sin relleno y manos cubiertas de vendaje con yeso. Juega sucio y, en cambio, cuando recibe un buen gancho de izquierda como el propinado por Óscar Puente durante la no investidura de Feijóo, llora por las esquinas como la Zarzamora. La poca dignidad que supondría saber encajar los puñetazos dialécticos del mismo modo que propina sus golpes bajos, simplemente, se esfuma. Aparece ahí su mandíbula de cristal, de la que también hicieron gala Alberto Núñez Feijóo y Ayuso durante la investidura de Pedro Sánchez, cuando éste recordó las acusaciones de corrupción vertidas por Pablo Casado contra la presidenta de Madrid. Para Feijóo aquello fue insultar, pese a que Sánchez únicamente recordó lo expuesto por el anterior presidente del PP; para Ayuso, una oda a la fruta, recordando quizás a una auténtica chirimoya.

Volviendo al episodio protagonizado por Almeida, del lado del Israel más genocida como el resto de su partido, no hay hecho alguno que fundamente su afirmación, más bien al contrario, porque incluso en su visita a Israel, Sánchez condenó los atentados de Hamás ante el mismo Benjamin Netanyahu. Cosa bien distinta sucede con los amigos del alcalde de Madrid, cuyo proceder ha dejado a las claras sus inclinaciones. Así se evidenció con sus elogios al sanguinario golpista franquista José Millán-Astray, al que volvió a rendir tributo con una calle (junto con otras cinco franquistas), o la destrucción a martillazos de la placa homenaje al expresidente de España Francisco Largo Caballero.

El juego sucio del PP resulta tan burdo que termina volviéndose en su contra, pues pareciera que tratara como estúpido a su propio electorado. Las imágenes de Almeida con la fotografía de Hamás y sus acusaciones contra Sánchez no se sostienen, al menos, para cualquiera con dos dedos de frente y, claro está, ser de derechas y ser estúpido, aun siendo perfectamente compatibles, no son inseparables. Es esa parte de sus votantes, los mismos que salen a la calle pacíficamente a protestar contra una futura ley de amnistía que no comparten, la que seguramente se avergonzará de personajes como Almeida.

Lamentablemente, todos los indicios sugieren que la tendencia irá de mal en peor. El nombramiento de Miguel Tellado como nuevo portavoz parlamentario en el Congreso premia el tono tabernero, los guantes amañados, el discurso rancio de caspa y olor a cerrado. Confundir la oposición con la bronca y la buena oratoria con los chistes insolentes sin gracia no hace ningún bien a nuestra democracia, pero esa parece ser la senda escogida por quien un día llegó de Galicia como moderado y ahora hace burdos juegos de palabras comparando al PSOE con Hamás. 

(Publicado en Público)

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