La oposición facilona del PP

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Las comunicaciones de voz e internet de la red fija de Telefónica sufrieron una caída esta semana como consecuencia de una actualización de la red. Servicios críticos como el teléfono de emergencia 112 o, incluso, los sistemas informáticos en centros de salud, se vieron afectados durante horas. Mientras Juan Manuel Moreno Bonilla presumía una vez más de moderación, el PP andaluz culpaba al Gobierno de España. La derecha cercada por su incoherencia.

El consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa de la Junta de Andalucía, Antonio Sanz, se apresuró a señalar al Gobierno de España por la caída de Telefónica. Poco le importó que no se trate de una empresa pública; de hecho, fue José Mª Aznar quien en 1997 culminó el proceso privatizador que iniciara Felipe González, nombrando como consejero delegado a su compañero de pupitre, Juan Villalonga.

Todo vale para cargar contra el Ejecutivo que lidera Pedro Sánchez, aunque sea mentira. Sanz llegó a culpar al Gobierno de que Andalucía fuera de las últimas regiones en recuperar el servicio, culpándole de un “déficit de inversión”. Paradójicamente, el consejero arrojó su inquina un día después de que precisamente este gobierno iniciara en Granada la mayor inversión en ciencia con un nuevo acelerador de partículas que moviliza 700 millones de euros.

Lo más asombroso es que prácticamente a la misma hora que Sanz se aferraba al embuste para comparecer ante los medios, Moreno Bonilla participaba en un desayuno informativo en el que aseguraba que "España necesita las fórmulas de Andalucía, serenidad, sensatez y evitar la polarización". El discurso del presidente andaluz cae por su propio peso, puesto que si algo impera en Andalucía es el ataque constante contra el gobierno central, muchas veces sustentando sobre mentiras o medias verdades, como evidenció esta semana Sanz.

"La polarización es permanente y los ciudadanos nos piden menos cortinas de humo e ir más al grano", afirmó Moreno Bonilla, ocultando que su subalterno andaba a esas horas en plena zorrera. No es un caso aislado, el presidente andaluz acostumbra a presentar una cara mientras otros ejecutan su dictado; cuando el popular te estrecha la mano, lo hace para aproximarte a él y privarte del campo de visión de lo que realmente ejecuta.

En este escenario, Alberto Núñez Feijóo ha encargado la ponencia política del Congreso Nacional del PP a Moreno Bonilla y Alfonso Fernández Mañueco. Uno de los argumentos de peso para este encargo es la moderación de ambos barones populares frente a otras posiciones como la de Isabel Díaz Ayuso. Sin embargo, la historia nos dice que Moreno Bonilla fue el primer dirigente del PP que llegó a un gobierno autonómico apoyándose en los ultras de Vox y que Mañueco, por su parte, fue pionero en meter dentro de un gobierno autonómico a la extrema derecha. De nuevo, la derecha cercada por su incoherencia y contradicción.

Mientras los ayusistas avivan las guerras intestinas del PP, lo cierto es que la línea ideológica no tiene tantas fisuras como nos quieren hacer ver. El eje vertebrador del PP encaja muy bien con el de Vox; se ha podido comprobar también esta misma semana, cuando ambas formaciones han defendido el genocidio que comete Israel o se han posicionado en contra de todas las Asociaciones de la Prensa al proteger a los acosadores fascistas en el Congreso.

Por supuesto que existe alguna que otra diferencia entre ambas formaciones, pero nada que un poco de vaselina no pueda salvar para que presionando ligeramente las piezas del rompecabezas encajen a la perfección. A fin de cuentas, si la izquierda tiende a fragmentarse, la derecha tan sólo se escinde, actuando como el mercurio a conveniencia. Haría bien el PP en aprovechar su Congreso para revisar su papel en la política española; la única razón de ser de su labor de oposición es adoptar posturas enfrentadas al Gobierno, aunque ello implique una chirriante contradicción con sus propios postulados y perder foco sobre cuestiones cruciales que merecen confrontar con el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

La oposición facilona desplegada por el PP no es propositiva, tan solo es reactiva, basándose en el ataque y la crítica destructiva; con la ley que mejor cumple es con la del mínimo esfuerzo. Del mismo modo que es falso que la desaparición de la tauromaquia sea sinónimo de la extinción del toro bravo, una oposición no deja de ser tal porque deje de enfrentarse por sistema al gobierno de turno. Dicho de otro modo, la falsedad tan sólo existe porque hay verdad; sin ésta, no es posible la mentira, pero ¿qué beneficio tiene la mentira para el bien común? Esa es una buena pregunta con la que Moreno Bonilla y Mañueco podrían iniciar su ponencia política. Una buena pregunta para que se formule su propio electorado.

(Artículo en Público)

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