La naturaleza pone de su parte, nosotros no

 Joaquín Corchero/Europa Press

El Parque Nacional de Doñana sigue en peligro. La propia Unesco ha exigido a la Junta de Andalucía un Plan Estratégico que aborde la situación. El gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla no ha emprendido acciones suficientes y, tras una primavera lluviosa, ha caído en la complacencia. Una vez más, el popular no escucha a los expertos, que ya el pasado mes de abril advertían que no era hora de bajar la guardia.

Hace apenas tres meses, Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana (EBD), señalaba que "la naturaleza ha puesto de su parte. Faltamos nosotros. A ver nosotros qué hacemos". No se ha hecho gran cosa. De hecho, en el marco de la 47ª reunión del Comité de Patrimonio de la Humanidad que se celebra en París, la Unesco ha reprochado a Moreno Bonilla que la puesta en marcha del Plan Estratégico lleve cuatro años de retraso. Debería haberse iniciado en 2021, dado que un año antes el parque se declaró "en riesgo de no alcanzar el buen estado cuantitativo".

La Unesco ha declarado que “observa con suma preocupación que tres de las cinco masas de agua subterránea del acuífero de Doñana siguen en mal estado cuantitativo debido a la continua sobreexplotación”. Desde la organización ecologista WWF afirman que los volúmenes actuales de extracciones de los acuíferos deberían reducirse al menos un 20%... Y eso referido a los regadíos legales; a ellos es preciso sumar los ilegales para los que WWF exige “la eliminación de todas las hectáreas de regadío ilegal por parte de la Junta de Andalucía y el cierre de todos los pozos y balsas ilegales”.

A pesar del deterioro del Parque expuesto por científicos del CSIC, Moreno Bonilla no ha cuidado de esta joya natural como corresponde. Si bien es verdad que la lacra de pozos ilegales que esquilman los acuíferos no ha surgido durante sus gobiernos, no es menos cierto que él ha actuado de mala fe, queriendo legalizarlos por la puerta de atrás.

La entonces ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, lo impidió y se dio paso a suscribir el Acuerdo de Municipios por Doñana, por el que se contemplaban ayudas por valor de 70 millones de euros destinados al desarrollo del espacio natural. La polémica por el reparto de estos fondos apareció desde el principio, especialmente motivados por que entre los ayuntamientos beneficiados se encontraban quienes históricamente han mirado a otro lado pese a ver cómo se esquilmaban los acuíferos. Ahora, los agricultores regantes de la Corona Norte de Doñana, integrados en la Plataforma en Defensa de los Regadíos del Condado, han roto este acuerdo, acusando al Gobierno de España de incumplir su parte.

Una vez más, el enfrentamiento entre Administraciones de distinto signo -Gobierno y Junta- tomará como rehén a Doñana. Cuando los poderes públicos no están a la altura, se da alas a que la población civil anule su conciencia medio ambiental, si es que en ciertos casos existió alguna vez. Los regantes se declaran “afectados”, pero aquí el único afectado por la sobreexplotación, legal e ilegal, de los acuíferos es el Parque Natural.

En demasiadas ocasiones empleamos términos como negacionistas del cambio climático, pero creo que todo es mucho más sencillo. Se trata de puro egoísmo, de “lo mío es lo primero” y tal reflexión entierra cualquier otra, sin ni siquiera dar espacio a la posibilidad de negar la realidad del cambio climático. El mismo día que los agricultores rompían el acuerdo, la Guardia Civil hacía pública la investigación de 36 personas físicas y dos personas jurídicas por la comisión de delitos de usurpación de aguas públicas y contra el medio ambiente en la provincia de Málaga.

Mientras toda Málaga vivía sumida en una de las peores sequías de los últimos años y se restringía el consumo de agua, una empresa ha estado durante al menos cinco años, vendiendo agua que extraía ilegalmente de pozos para vendérsela, entre otras, a la ingente cantidad de piscinas de la provincia (en plena sequía se construyeron 3.000 nuevas). De nuevo, el egoísmo y ese afán de enriquecimiento; el mismo de que se da en la Casa de Alba, con la nobleza menos noble saqueando los recursos naturales en sus fincas.

Han pasado años desde escribí que los comeflores, como desprecian los negacionistas avariciosos a los expertos ecologistas, siempre tienen razón. Siempre y lo hemos vuelto a ver: este mismo verano, la flota pesquera malagueña se felicitaba porque científicos de la Universidad de Málaga (UMA) avanzaba que sería una buena temporada de pesca de chirla, boquerones, sardinas y gambas. Estos buenos pronósticos no son fruto de la casualidad, sino que responden a una estrategia de vertido cero y, muy especialmente, a las paradas biológicas que tanto protestan una parte del sector pesquero. Sin estas paradas, no se regenerarían los caladeros, algo que cuando aparece el “lo mío es lo primero” parece importar bien poco. Cuando ponemos de nuestra parte, la naturaleza responde. 

(Artículo en Público

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