Lo que no cayó con el muro


El 20 aniversario de la caída del Muro de Berlín ha ocupado los primeros espacios informativos en los últimos días. Y no es para menos. No seré yo quien subraye de nuevo la importancia de lo que supuso aquella caída porque eso es, sencillamente, indiscutible.

Sí quiere llamar, en cambio, la atención sobre un punto del que no se habla lo suficiente, imagino que llevados por la euforia de lo positivo de la caída del muro... Una muy buena amiga mía se encuentra viviendo en Berlín y la lectura que hace sobre lo que significa este aniversario para la joven sociedad berlinesa se resume en que "aquí mucha gente pasa del tema. De hecho, algunos piensan que la caída del muro y de la RDA sólo significó el triunfo del capitalismo, que convirtio a los ex-comunistas en nuevos consumistas dentro de un escenario de 'presumible' libertad que deja mucho que desear".

Zapatero lo comparó ayer con el 20-N, asegurando que "nosotros también habíamos tenido una caída reciente del muro, del muro propio, que durante 40 años tuvimos en España". Y si aplicamos el símil, debemos hacerlo también a la inversa, y si la muerte de Franco no significó la muerte de los franquistas, la del muro no lo hizo con las dos Alemanias. La reunificación no se hizo sin fisuras, las hay y muchas, además donde más complicado es cerrarlas, en los estratos de la sociedad. Charlando hace dos días con una alemana criada en la Alemania del Este, me aseguraba que "mucha gente de la Alemania occidental sigue pensando que se vivía bastante mejor antes de la caída del muro".

Y eso, no se arregla con festejos. Es mucho más complicado que derribar un dominó gigante, si bien el efecto puede ser precisamente el mismo.
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