Andorra suma y sigue

Un empresario del caso Pretoria ocultaba 300.000 euros en Andorra. La españolísima Arantxa Sánchez-Vicario, sentenciada a pagar 3,5 millones de euros por fraude fiscal, puesto que entre 1989 y 1993 aseguró tener su residencia en Andorras y no era así.

Andorra hace mucho que dejó de ser sólo un gran pista de esquí y un balneario exótico. Recomiendo encarecidamente la lectura del magnífico trabajo periodístico realizado en Y Larra se me metió un tiro, donde se describe un país en el que más de la mitad de sus 85.000 habitantes son extranajeros, aunque la nacionalidad cuesta adquirirla entre 20 y 25 años, sin posibilidad de disponer de doble nacionalidad.

La legislación del vecino es todo un canto a la represión, en el sentido de que el despido es libre, no está legislado el derecho a huelga, los contratos verbales tienen validez jurídica, la jubilación se tasa por puntos y los sindicatos no pueden representar a los trabajadores ante la Justicia. Por no hablar de que, a pesar de que los andorranos son amplia minoría, son los únicos que pueden votar. No sorprende que, como paraíso fiscal en que se ha convertido, esté en las listas negras de la OCDE, la ONU, el FBI y la Guardia Civil.

Esa es la Andorra que tenemos al lado, de la que nunca se habla, salvo con el cartel de 'paraíso fiscal' al referirnos a eso corrillos de empresarios, políticos y deportitas deshonestos que se lanzan en plancha a defraudar. En algún momento, deberíamos dejar de hablar con tanta familiaridad de los paraísos fiscales y ver realmente cuál es el problema.
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