Mohamed VI, asesino


Tras las palabras del cónsul de Marruecos en Canarias, Abderrahman Leibek, lo único que se puede deducir es que Mohamed VI es hoy más asesino que nunca. Jugar con la vida de Aminatou, con la desfallatez de exigir su humillación pública para que "en menos de media hora" tenga su nuevo pasaporte, es una muestra más de que el rey de Marruecos es indigno de cualquier pueblo. Sencillamente, le convierte en un auténtico miserable.

No le podemos ni siquiera acusar de comportarse como un animal, porque incluso los animales tienen un comportamiento dentro de su irracionalidad más limpio, más digno. En lo que se refiere al cónsul, es un pobre títere que responde a impulsos de obediencia temorosa, porque de otro modo no se explica que llegue a firmar que "yo puedo decir que estoy haciendo una huelga de hambre y de noche me puedo hartar de comer y estoy en la silla de ruedas y pongo mala cara".

Las excusas o los callejones por los que escaparse se les están acabando tanto al rey Juan Carlos I como a Zapatero. Han de reaccionar ya, poner en marcha la diplomacia y fijar su postura en el contexto internacional en contra de las políticas de Marruecos. En estos temas, quien calla, otorga y, por extensión, corremos el riesgo de convertirnos también en asesinos. Y no hay perdón posible.
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