El Katrina de Obama

Tras la tragedia de BP en el Golfo de Méjico, Obama acaba de declara que "el futuro depende de las energías renovables". Y tiene razón, aunque éstas aún sean insuficientes para cubrir la exagerada demanda de consumo de energía qe hemos desarrollado en los últimos años. Alguien debería, quizás, sumar eso a la lista de objetivos. Más allá, incluso, de la eficiencia energética, debemos racionalizar el consumo que hacemos de la energía.

El problema de la afirmación de Obama, aún siendo acertada, es su momento. El desastre ecológico del Golfo no tiene precedentes: las autoridades norteamericanas cifran el desastre -sugiero acudir a esta página para la conversión de medidas-, en los 37 días que llevamos de vertido, en 6 millones de galones, a los que habría que sumar los 840.000 de productos dispersantes. El resultado se traduce en casi 29.000 millas cuadradas afectadas, 70 millas de la costa de Louisiana y más de 620 aves, tortugas y delfines muertos, entre otros.

Así las cosas, no sorprende que todos los diarios norteamericanos coincidan esta mañana -aquí, en la costa oeste aún son las 11:30-, en bautizar el desastre como el Katrina de Obama, recordando lo que supuso el desastre de Nueva Orleans para la Administración de Obama. Se ha actuado tarde y mal y, lo que es peor, no ha existido coherencia entre las palabras y los hechos.

Y eso no lo arreglarán las energías verdes.
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