La Selección como bálsamo anticrisis
Sorprende leer en el New York Times un artículo en el que se sugiere que el Gobierno utiliza los éxitos de la selección española de fútbol y las altas expectativas que hay de ella en este Mundial para hacer olvidar la crisis a los españoles. No creo que sea del todo así y, mucho menos, que se pueda comparar el periodo que nos ha tocado vivir sufrir con el de Franco y su Real Madrid.
Que haya profesores del IESE, como Sandalio Gómez, que estén encantados con su minuto de fama en el rotativo estadounidense, asegurando que "probablemente aquí el fútbol se ha utilizado por los políticos más que en otros países para distraer de los problemas y creo que lo siguen haciendo", es una cosa, y que ésto sea verdad otra muy distinta.
Efectivamente, el fútbol es una evasión, es una de la pocas alegrías que puede encontrar el español -incluso al que no le guste el fútbol- en estos días. A falta de sentirse orgulloso de la clase política, lo hace con la selección. Sucede en tantos otros países, donde la pobreza o la crisis asola a la población, como en Brasil o Argentina. Es algo normal, propio de la naturaleza humana y no creo que interfiera en ello el Gobierno.
Es más, noticias como la prima de 600.000 euros por ganar el Mundial genera un rechazo generalizado, porque aunque el español se alegre con el fútbol, no pierde perspectiva a la hora de sentir cómo la crisis le recorrer todos los días de arriba a abajo el espinazo. Y, desde luego, los propios políticos -ya sean de Gobierno central como autonómico y local- no despiertan simpatías cuando matan por salir en la foto cuando hay alguna victoria deportiva. Ni siquiera entre los deportistas, como quedó patente en el último Eurobasket cuando algún jugador optó por no acudir a la recepción de Zapatero.
Decididamente, el Gobierno utiliza otro tipo de cortinas de humo -y, sobre todo, otros cortineros- para distraer de la crisis... y si el NY Times o el profesor del IESE no lo exponen, no es porque no lo vean, sino porque no lo quieren ver.
Que haya profesores del IESE, como Sandalio Gómez, que estén encantados con su minuto de fama en el rotativo estadounidense, asegurando que "probablemente aquí el fútbol se ha utilizado por los políticos más que en otros países para distraer de los problemas y creo que lo siguen haciendo", es una cosa, y que ésto sea verdad otra muy distinta.
Efectivamente, el fútbol es una evasión, es una de la pocas alegrías que puede encontrar el español -incluso al que no le guste el fútbol- en estos días. A falta de sentirse orgulloso de la clase política, lo hace con la selección. Sucede en tantos otros países, donde la pobreza o la crisis asola a la población, como en Brasil o Argentina. Es algo normal, propio de la naturaleza humana y no creo que interfiera en ello el Gobierno.
Es más, noticias como la prima de 600.000 euros por ganar el Mundial genera un rechazo generalizado, porque aunque el español se alegre con el fútbol, no pierde perspectiva a la hora de sentir cómo la crisis le recorrer todos los días de arriba a abajo el espinazo. Y, desde luego, los propios políticos -ya sean de Gobierno central como autonómico y local- no despiertan simpatías cuando matan por salir en la foto cuando hay alguna victoria deportiva. Ni siquiera entre los deportistas, como quedó patente en el último Eurobasket cuando algún jugador optó por no acudir a la recepción de Zapatero.
Decididamente, el Gobierno utiliza otro tipo de cortinas de humo -y, sobre todo, otros cortineros- para distraer de la crisis... y si el NY Times o el profesor del IESE no lo exponen, no es porque no lo vean, sino porque no lo quieren ver.
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