La cojera crónica

Imaginen que llegan un buen día al médico porque tienen un dolor en la espalda que no les deja vivir. El tipo le ausculta y, ante la posibilidad de una hernia de disco, decide hacerle pruebas de rayos X. Le da el volante para que pida cita y cuando baja a Citaciones en el ambulatorio se encuentra al mismo médico dando fechas.
- ¿Usted otra vez?
- Sí, ¿qué quería?
- Cita para una radiografía.
- Claro, sin problema.

Pasan los días y cuando acude a hacerse la prueba, el radiólogo es el mismo doctor de cabecera.
- Pero...
- Desvístase y no se preocupe, que es que yo también hago radiografías. No hay problema.

Pasado el tiempo y ya con las pruebas, el diagnóstico se confirma: hernia de disco. Hay que operar. Y cuál es su sorpresa cuando, el mismo día de la operación, el anestesiólogo, el camillero que le conduce a quirófano y el cirujano es su médico de cabecera.

- ¡Oiga! Pero, ¿qué está pasando aquí?
- Nada, nada... no se preocupe, que yo me encargo de todo...
- Pero, ¿sabe usted operar?
- Hombre, no estudié para eso, pero no se preocupe, que soy autodidacta y no se me da mal del todo.
- ¡Me niego a que me opere! ¡Le voy a denunciar!
- Pues lo lleva claro, amigo, porque son los jueces los que me obligan a hacer todo esto si quiero conservar el trabajo...
Y le operó. Y no le mató, pero el nervio que le cogió le dejó cojo para toda la vida.

¿Qué les parece el relato? ¿Descabellado? Seguramente. Pues eso mismo he pensado yo cuando he leído la última sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en la que autoriza al 'periodista multitarea'. Sí, el mismo que, aunque ponga toda su buena voluntad, termina dejando coja a la información de un modo u otro. Y mientras, la sociedad, cada vez más terminal a manos de los virus de la política, la corrupción y el poder.
Lástima.
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