Marruecos presiona, España calla

Las relaciones diplomáticas España-Marruecos atraviesan uno de los momentos más tensos de los últimos años. Unas relaciones que se enturbiaron con el tsunami Haidar pero que España con Moratinos al frente se encargó de suavizar pasando la mano por el lomo a Marruecos en la Conferencia de Granada. Craso error.

Mohamed VI no es de fiar. Nunca lo ha sido y quienes han ido de la mano con él deberían haber tenido más cuidado, haber velado más por sus dedos porque ya es posible que le falte más de uno. Así lo está demostrando ahora la actitud beligerante de Marruecos por los incidentes en la frontera con Melilla. Aún, probablemente, en lo acertado de sus reivindicaciones, no ha sabido darles forma y, como apunta el editorial de El País, "no deja de ser llamativo que los irregulares subsaharianos en Marruecos, vilipendiados y expulsados con frecuencia y de noche a Argelia, encabecen ahora manifestaciones de protesta contra España".

Se sospecha, claro, que hay una clara intención de reconducir las relaciones bilaterales. Hay muchos temas de los que hablar; El País se hace eco de alguno de ellos y, sospechosamente, olvida el más importante: el pueblo saharaui. Algo imperdonable para un diario de esta talla, salvo, claro está, que se haya hecho intencionadamente por no oscurecer la lluvia de piropos que tira a Exteriores. De ser así, sería sencillamente poco ético y deshonesto.

Sea como fuere, Moratinos y la cartera que representa recoge ahora lo que sembró antes. Esperemos que ahora, antes de marcharse, sepa gestionarlo mucho mejor que meses atrás y, sobre todo, sin mentiras y transparencia para el pueblo español y, por qué no, para el saharaui.
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