España calla al bloqueo económico de Melilla

Si la diplomacia española jugara en la misma liga que la marroquí, exigiría a la ditactura de Mohamed VI una respuesta de condena a las declaraciones -y acciones- del recientemente constituido Comité de Coordinación para la Liberación de Melilla, que está impulsando un bloqueo económico a la ciudad de Melilla. El Comité, promovido según sus propios portavoces por miembros de asociaciones de derechos humanos y de partidos como el nacionalista Istiqlal o el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), cuenta con una base de "miles" de seguidores y está liderado por el alcalde de Beni-Enzar, Yahya Yahya.

Además de promover una marcha para dentro de dos días hacia Melilla que finalice en la Plaza de España -algo lícito, pues forma parte del derecho de expresión-, lo que no parece tan legítimo es reclamar a los principales actores económicos que se bloquee el paso de materiales áridos, frutas y verduras,
Desde el comité se han realizado duras declaraciones que califican de "hostil y violenta" a la política española, habla de  "actitud de belicosidad manifestada por el Parlamento español atenta contra la soberanía nacional de Marruecos", y condena la "el ensañamiento del Partido Popular (PP) español contra el pueblo y todas las fuerzas vivas marroquíes".

Si los hechos se hubieran producido a la inversa es más que seguro que Marruecos habría apretado las tuercas al ministerio de la señora Jiménez pero ésta, en cambio, mira para otro lado... una vez más cuando se trata de Marruecos. Mohamed VI ya anunció que se reemplantearía sus relaciones con España y nuestro Gobierno respondió con "diálogo". Ahora, responde con silencio y parece no darse cuenta de que tan sólo es cuestión de tiempo que el conflicto estalle en Ceuta y Melilla.

Marruecos nos ha perdido el respeto como nación, como vecino, como socio comercial y, lo que es peor, nuestro Gobierno consiente esta posición de inferioridad en lugar de apostar por hablar de igual a igual. Es más, con actitudes tan deshonestas como la que mantenemos con el pueblo saharaui mostramos, incluso, obediencia a la ditactura alauita.
Así de duro. Así de triste.
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