El PP despliega su elitismo en Madrid

El Partido Popular (PP) quiere un Madrid elitista. Al menos, eso se desprende de dos de las medidas recientemente anunciadas por las dos Administraciones, Gobierno de la Comunidad y Ayuntamiento. Y es que Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón son tan distintos y, al mismo tiempo, tan iguales... El último en sorprender ha sido el alcalde, que desea limpiar las calles de mendigos para siempre y hacerlo por la vía de la ley, no de los servicios sociales.

Es inevitable acordarse de la Ley de Vagos y Maleantes vigente durante la dictadura de Franco, que establecía que "a los homosexuales, rufianes y proxenetas, a los mendigos profesionales y a los que vivan de la mendicidad ajena, exploten menores de edad, enfermos o lisiados" se les prohibía "residir en determinado lugar o territorio", obligándoles a "declarar su domicilio".

Los últimos datos del INE acerca de la Encuesta sobre las Personas sin Hogar (Centros) hacen referencia a 2008 y, entonces, cifraba en tan sólo 1.565 las plazas ofertadas para mendigos en la Comunidad de Madrid; sin embargo, el número de personas sin hogar, según los útimos datos que de 2005, rozaba las 2.200 personas. La crisis, presumiblemente, ha hecho incrementar el número de mendigos y decrecer el de plazas. Cabe preguntarse qué hará el alcalde si consigue crear esa ley, ¿llenar las cárceles de mendigos? O hará como hacía Bloomberg en Nueva York, que pagaba a las familias para que se fueran de la ciudad (aunque parece no haberle dado mucho resultado)?

Parece mucho más lógico intensificar las políticas sociales de integración, ir a la raíz del problema, en lugar de limpiarlo. Pero algo sucede en el PP con eso de ir a la raíz del problema. Es el caso de Esperanza Aguirre, que en lugar de reforzar con más clases de apoyo a los alumnos más retrasados, atajando así el bajísimo nivel educativo de la Comunidad, prefiere crear un Bachillerato de la Excelencia -ella lo llama 'de la Exigencia'- con aulas especiales para los alumnos más avanzados.

El PP huele a elitismo con estos anuncios y todo lo que trae esos tufos recuerda épocas pretéritas que uno prefiere, sencillamente, desterrar para siempre. Además, se puede volver en su contra, porque la sola aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes afecta también a los rufianes (RAE: Hombre sin honor, perverso, despreciable) y de esos, en política, hay muchos. Demasiados.
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