Un ejército de funcionarios... pero ¿dónde?

Dicho de otro modo, si no fuera por este número de funcionarios, superaríamos con creces los 5 millones de parados. La gran pregunta aquí es: ¿dónde y para qué funciones se está contratando tanto empleo público? Porque colectivos como Educación, Sanidad o Policía se vienen quejando sistemáticamente de falta de efectivos. No sólo es preocupante la cantidad en relación a otros sectores sino, además, su destino. Si miramos, por ejemplo, al I+D+i, tan básico para incrementar nuestra competitividad y reinventarnos, comprobamos que el gasto se ha contraido. Y, lo que es peor, por mucho que la ministra Garmendia lo niegue, por supuesto que sufrimos una fuga de cerebros, en cuya formación invierto el sistema para luego no aprovechar su excelencia. El mal endémico que nos acompaña desde tiempos pretéritos, vaya.

¿Cuál es la solución? No hay recetas mágicas en esto de la crisis. Hay quien, manejando datos anteriores a la crisis, justifica el número de empleados públicos respecto a otros países europeos: nuestro ratio era 18,09 habitantes por empleado público, muy cerca de Alemania (18,26) y mejor que Francia (12,5), por ejemplo. Por eso, quizás el problema no es tanto la cantidad como la ubicación y el rendimiento. Y, en ese sentido, el sistema de 'para toda la vida' debe ser lo primero a cambiar, a erradicar. La excelencia en el servicio, más que en ningún otro sector, debe ser la máxima en el empleo público.