El síndrome del petróleo

En la década de los 60, Holanda descubrió sus grandes yacimientos de gas natural. Sus ingresos crecieron significativemente en muy poco tiempo, el florín se apreció extraordinariamente y, como consecuencia, todas las exportaciones no petroleras se vieron gravemente perjudicadas. Desde entonces, se ha bautizado como ‘síndrome holandés’ al mal que padecen todos los países en similares circunstancias. Uno de estos países es Guinea Ecuatorial, que en 1984 descubrió sus yacimientos petrolíferos, intensificando la explotación en 1996, cuando llegó la norteamericana Mobil. Hoy, Guinea Ecuatorial es el tercer mayor productor de petróleo del África Subsahariana, por detrás de Nigeria y Angola, con más de 400.000 barriles diarios.

El petróleo ha llevado al país a tener una de las rentas per cápita más altas del mundo -se llegó a hablar de casi 38.000 dólares-, pero con altos índices de pobreza y cerca de un 10% de la población viviendo con menos de dos dólares al día. Los datos económicos del país son poco fiables por el hermetismo del dictador, pero un informe del propio Gobierno de Obiang hablaba hace dos años de tasas de pobreza superiores al 75% de la población. Un informe del que ahora reniega Obiang, que en los últimos años siempre ha estado en el Top Ten de los mandatarios más ricos del mundo.

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