Expectativas

Benedicto XVI no defraudó ayer... al menos las expectativas. Cumplió a la perfección con su papel pues arremetió en su discurso contra el aborto, la eutanasia e, incluso, contra la reproducción asistida. Puede gustar o no, parecer una atrocidad o no, pero nadie puede decir que le sorprenda. Hizo lo que se esperaba de él, ni más, ni menos. Cumplió con las expectativas.

Lo triste de ayer es que la Policía Nacional también lo hizo. Comienza a ser una desagradable costumbre cargar indiscriminadamente y de manera injustificada contra los ciudadanos. Ayer, incluso, sólo dejaron pasar a Sol a los que acudían a la concentración para asegurarse de no dar palos a nadie más. Es lamentable, es triste, muy triste, ver que la Policía Nacional cumple con las expectativas: actuar como una fuerza policial digna del más duro régimen dictatorial. Los vídeos y crónicas de periodistas que inundan Internet así lo demuestran.


Son muy crudos los testimonios de quienes ayer vivieron la carga policial de Sol. Como son crudos los testimonios de las detenciones del día anterior o el vídeo que delata la sinrazón policial. En ellos se describe a agentes con serios problemas disciplinarios, abusando de su autoridad, humillando y golpeando sin motivo a quienes detienen, extendiendo este maltrato a la comisaría, más allá del calor y la tensión del desalojo -lo que denota su enfermiza actitud-... en suma, infringiendo la ley.

Y lo peor no es que lo hagan, que cumplan con las expectativas, sino que también las cumplan sus superiores, desde Delegación de Gobierno al propio Gobierno. ¿Es que nadie, a la luz de los terribles vídeos, de las denuncias de ciudadanos y medios de comunicación, va a hacer limpieza de una vez por todas en la Policía Nacional? Mientras no se haga, el Gobierno será cómplice y por tanto, se convertirá en un Estado represor. Y aún peor, los buenos agentes que cumplen con la ley, que son capaces de imponer el orden cuando así se precisa sin humillar, si apalear a inocentes, no contarán. Sencillamente, quedarán incluidos en el mismo saco de los violentos, de los enfermos que plasman sus frustraciones personales a golpe de porra. Serán el enemigo.

Ojalá no se cumplieran tantas expectativas.
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