Siria y los crímenes contra la humanidad que viene cometiendo Al Asad
han servido para demostrar una vez más, lamentablemente, que aquí nadie
mueve un dedo si no lo hace antes EEUU. Hasta que el presidente Obama
no decidió al fin exigir la dimisión al mandatario sirio,
los grandes de Europa -Reino Unido, Francia y Alemania- no han hecho lo
propio. Ni qué decir tiene que si éstos van a la cola, la política
exterior del resto de los miembros de la Unión Europea (UE) ni siquiera
hace los coros, se limitan a sacar y guardar las partituras que se les
indica. Tirando de jerga flamenca, unos palmeros, vaya.
El influjo estadounidense llega también a Arabia y ya se escuchan
voces de Qatar, Kuwait y Arabia Saudí reclamando una sesión
extraordinaria del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas
para la semana que viene. Existen informes oficiales de la ONU que
podrían llevar a medio centenar del Gobierno de Al Asad a la Corte Penal
Internacional. Pero para eso, antes ha de ser derrocado.
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