Radiografía de Kosovo

La escalada de violencia vivida las últimas semanas en Kosovo ha hecho que la OTAN mande refuerzos a la KFOR (Kosovo Force). En el último informe de Ban Ki-Moon, fechado en marzo de este año, se cifraba en casi 8.200 los efectivos de la KFOR, si bien algo más de 1.500 de ellos no proceden de países pertenecientes a la OTAN. Cuando surge una noticia así o, recientemente, el juicio a Mladic, el carnicero de Srebrenica, se nos enciende el piloto del salpicadero de la conciencia y detenemos el coche, cayendo entonces que no tenemos que salir de Europa para ver en ejecución una misión de paz de las Naciones Unidas. La Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK) se estableció en 1999 y más de una década después las tropas internacionales piden refuerzos. Su objetivo es promover la seguridad, la estabilidad y el respeto a los derechos humanos en Kosovo y en la región. Doce años y aún no se pueden ir.

Pero, ¿cuál es el dibujo de la actual Kosovo? ¿Nos llega suficiente información como para entender realmente por qué surgen estos repuntes violentos? Para empezar, vaya por delante que la división étnica se antoja insalvable, aspirando tan sólo a que alcance el estatus de ‘llevadera’. Pero es que además el funcionamiento interno del país tensa a su población. El último proceso electoral celebrado en febrero removió las aguas que, en realidad, nunca habían permanecido mansas. Los partidos políticos albanokosovares se hicieron con un total de 95 escaños, mientras que los serbokosovares tan sólo ganaron 3 escaños, que vendrían a sumarse a los 10 que tienen reservados. Tras mucha polémica se consiguió montar un gobierno de coalición, pero a principios de marzo, un tribunal sentenció que el procedimiento electoral había infringido la Constitución. De nuevo, ronda de conversaciones que arrojó como resultado final, nada más y nada menos, que 6 vice primeros ministros y 18 ministerios.

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