Países emergentes, sumergentes y detergentes
Ante la sombra de una doble recesión mundial, permítanme que me
despache hoy a gusto, sin caer en técnicismos -esos mismos que utilizan
políticos y economistas para desorientarnos-, escribiendo desde las
entrañas, casi como si estuviéramos en el bar de la esquina, en una de
aquellas escenas míticas de Los Lunes al Sol. Porque el
hartazgo, la desazón y la indignación alcanzan ya máximos históricos,
empujado por el ejército de sinvergüenzas, ladrones, corruptos,
oportunistas y capitalistas sin escrúpulos que, como los malos quesos,
parecen estar hechos de la mezcla de mil de las peores leches.
Mientras las bolsas se desploman, que cuando no es por la crisis griega es por la Reserva Federal o porque alguna agencia de calificación estornuda si pañuelo encima de un país europeo, el G-20amenaza se compromete a dar una respuesta “fuerte y coordinada”
a la crisis financiera. A buenas horas, mangas verdes. Entre sus
objetivos, asegurar la estabilidad del sistema bancario además de,
obviamente, achuchar un poco más para que los planes de ajuste se
ejecuten con rigor. En esa misma línea, las autoridades europeas se
preparan para recapitalizar a los 16, sí, como lo oye, 16 bancos que
estuvieron a punto de suspender los test de estrés europeos del pasado
verano. Siete de esos 16, por cierto, son españoles, aunque ellos sacan
pecho y hablan de “niveles de capital confortables”. Y es que,
tiene guasa ver que Bankia, recién salido a Bolsa, es uno de los
afectados a capitalizar… o deberíamos decir ‘recapitalizar’, porque el
salvamento de los bancos, esos cuyos directivos se embolsan millones de
euros al año, ya nos ha costado a los españoles una millonada.
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Mientras las bolsas se desploman, que cuando no es por la crisis griega es por la Reserva Federal o porque alguna agencia de calificación estornuda si pañuelo encima de un país europeo, el G-20
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