Vicepresidenta de eufemismos económicos

Hoy ha pasado por los Desayunos de la 1 la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, y ha destilado cualquier sensación menos la de tranquilidad. Ha criticado a la Unión Europea por su lentitud de actuación a la hora de tomar medidas anticrisis y de rescate; ha criticado la falta de "disciplina verbal" en Europa, abriendo frentes como un segundo rescate sin cerrar otros, como el primero de ellos.

Ha utilizado eufemismos económicos, matizando que la "ampliación de los fondos de rescate no quiere decir más dinero, sino que son más posibilidades, más flexibilidad y más capacidad de actuar". Incluso ha contradicho a alguno eurodiputado que sugirió ayer que se discutía la ampliación hasta los 2 millones  de euros. Según ella, "eso no está sobre la mesa".

Pero lo que más inquieta es cuando habla de España y cómo, en contra de lo que sugieren las autoridades europeas ella considera que "los bancos españoles no necesitarán volver a recapitalizarse porque lo hicimos en febrero y ahora los europeos tienen que llegar a nuestro nivel". Ahí va otro eufemismo: a las ayudas a los bancos Salgado lo llama "cortafuegos". Otra cosa son las cajas, pues ahí sí avanza que éstas "cumplirán los ratios de capital exigidos, bien por ellas mismas o con inyecciones de dinero público". Cortafuegos para las cajas, vaya.

Y siguiendo con España, Salgado se sabe ya con fecha de caducidad y asegura que "a día de hoy, nosotros no tenemos que hacer los presupuestos". Enfrentada con esa afirmación, la de su convencimiento intepretado de que 'el candidato Alfredo' ganará las elecciones y sobre él recaerá transformar el impuesto de patrimonio en un impuesto sobre la riqueza de mayor calado. Esa es la explicación de su vigencia de sólo dos años, en lugar de haber acometido desde el principio un impuesto sobre la riqueza. Un Rubalcaba del que ha indicado que "tiene una larga lista de espera"; lo decía en relación a los que 'pisan cuellos' por entrar en las listas, pero bien se podría aplicar al tiempo que parece quedarle para alcanzar la Moncloa.

Un Rubalcaba que promete una oficina contra el fraude; la misma que ella misma prometió hace un año y que sigue en el aire. Se suma ahora otro dato inquietante que aporta la vicepresidente: "la lentitud de los tribunales, sobre todo en las causas donde las sumas de dinero defraudadas son mayores".

Con todo, Salgado, que es una fiel defensora de la reforma constitucional para el techo de gasto que suscribe hoy el rey, asegura que "los ahorros de los españoles estén en peligro porque los depósitos están garantizados en toda Europa". Sin embargo, y con el pretexto de "construir un mercado de deuda más unificado", Salgado urge la llegada de los eurobonos: "Nos gustaría que esa realidad llegara cuando antes".

Seguimos con los eufemismos: "No me gusta la palabra recorte". Salgado prefiere hablar de que "desde el Gobierno y el PSOE estamos convencidos de que hacen falta medidas de eficiencia pero que no vayan en merma de la calidad del servicio público". ¿Y el estado de Bienestar? Al respecto no se ha pronunciado, aunque si ha aprovechado para describir cómo "se le partió el alma" al presidente el día que anunció la congelación de las pensiones el pasado mes de mayo. Imaginen lo que se le partió ese día a millones de españoles.

Y llega el 20-N y Salgado se va, según ella, para dedicar más tiempo a su circunscripción cántabra, pero la realidad es que desde que relevó a Solbes le han llovido palos por todos lados. Y su desgaste es notorio, tanto que ha admitido veladamente que Rubalcaba no ha contado con ella para sus listas. Tanto que ni siquiera sus eufemismos económicos a esta altura de la película pueden tranquilizar a un ciudadano mínimamente informado.
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