Esperanza Aguirre da un puñetazo en la mesa

Lo avanzaba ayer a última hora: Esperanza Aguirre fulminaba a Francisco Granados por falta de confianza o, dicho de otro modo, 'la lideresa' prueba una vez más que no hace prisioneros... y aliados, los justos. Es una realidad. Ayer dio un puñetazo en la mesa y dijo 'basta' a Granados.

Que Rajoy y su espíritu, moderado para unos, amorfo para otros, no es del agrado de Aguirre es un secreto a voces. Ella siempre ha sido una aznarista redomada que, como el expresidente, sólo se acerca a Rajoy cuando se puede sacar tajada. Ya lo demostró Aznar saliendo en la foto del Comité Ejecutivo Nacional hace unos días, sumando puntos en su cotización para seguir traficando con influencias en los consejos asesores de las empresas.

Y Granados se equivocó de sol, pensando que el de Rajoy era el que más calentaba. En realidad, no sólo calienta más el de Aguirre sino que, además, lo hace con fuego interno propio. En los últimos meses, sobre todo tras haber sido relegado al Senado -para que vean de qué sirve la Cámara- excluyéndolo de las consejerías, Granados se había acercado al círculo de Rajoy, lo que ha irritado a 'la lideresa'. Atrás quedaron los tiempos en que el de Valdemoro era un 'esperanzista' declarado, cuestionando incluso al propio Rajoy... por no hablar del caso de los espionajes, del que en los mentideros de Madrid siempre se dijo que estaba detrás Aguirre y Granados ejecutó (hasta en eso rivalizaría con Ignacio González). Fue él quien dirigió la campaña de Aguirre para el 22M, ignorando que tras las victoria recibiría el varapalo del Senado.

Los círculos próximos a Aguirre, en cambio, atribuyen el cese a la avaricia de Granados, que según ellos pretendía suceder a la presidenta. Eso le habría llevado, tal y como apuntan, a extender los rumores sobre el empeoramiento del cáncer de Aguirre, su posible marcha a la embajada de Londres o la lucha entre Lucía Figar e Ignacio González para sucederla. Un González, por cierto, que se ha convertido en la nueva marioneta de Aguirre, como en su día lo fuera Granados, enfrentando a uno con otro.

De hecho, será González quien releve a Granados, que se enteró de su cese media ahora antes que el Comité Ejecutivo Regional. En otra persona, un podría pensar que fue un calentón, pero en Aguirre incluso esa media hora de anticipación está estudiada al milímetro para transmitir con más fuerza el mensaje: O conmigo o contra mi. Ya lo demostró con Manuel Lamela y Alfredo Prada que, por su proximidad con Rajoy, salieron por la puerta de atrás.

Y estar con ella no es, ni mucho menos, ganarse su favor sine die... tan sólo mientras se sirva a sus intereses -como cuando quiso colocar a González al frente de Caja Madrid, desafiando de nuevo a Rajoy- y, desde luego, uno no elige cuando irse; es ella y sólo ella quien tiene esa potestad. Ignacio González lo ha entendido pero, ¿hasta cuándo?
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