Van un ruso, una americana y… un fraude
Las elecciones rusas del pasado domingo huelen a pucherazo. Se mire
como se mire. Y con todo, el batacazo electoral para Putin es
considerable y, lo que es peor para el ‘zar’, un preludio de lo que le
traerán las presidenciales de marzo del año que viene. Hay nerviosismo,
mucho, y eso se percibe en el modo en que la policía rusa está reprimiendo las manifestaciones de activistas de la oposición que reclaman unos sufragios limpios.
Pero hete aquí que llega Hillary Clinton, cuyas dotes para la diplomacia para con Rusia son tan sutiles como un elefante en una cacharrería, y declara, sin previa investigación y en frío, que los comicios no han sido “ni libres ni justos”. La reacción de Rusia no se ha hecho esperar, claro, y desde su ministerio de Exteriores se han tachado las declaraciones de “inaceptables”. ¿Habría hecho estas mismas declaraciones Clinton si el país en cuestión fuera, por ejemplo, Bahrein? ¿O Marruecos, sin ir más lejos? Probablemente no; habría andado con pies de plomo para no pisar ningún callo ajeno.
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Pero hete aquí que llega Hillary Clinton, cuyas dotes para la diplomacia para con Rusia son tan sutiles como un elefante en una cacharrería, y declara, sin previa investigación y en frío, que los comicios no han sido “ni libres ni justos”. La reacción de Rusia no se ha hecho esperar, claro, y desde su ministerio de Exteriores se han tachado las declaraciones de “inaceptables”. ¿Habría hecho estas mismas declaraciones Clinton si el país en cuestión fuera, por ejemplo, Bahrein? ¿O Marruecos, sin ir más lejos? Probablemente no; habría andado con pies de plomo para no pisar ningún callo ajeno.
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