Finlandia viene siendo un ejemplo diferencial en muchos sentidos
pero, por encima del resto, sobresalen su sistema educativo y su manera
de abordar la crisis, haciendo pagar a buena parte de quienes la
generaron. Ahora podemos asistir a otro modo de hacer distintas las
cosas: imaginen, un presidente verde, pacifista, gay y casado con un
inmigrante (en concreto, un ecuatoriano). Hablo del candidato de los
Verdes finlandeses, Pekka Haavisto, que aunque lo tiene complicado en la
segunda vuelta de las presidenciales frente al líder del Partido de
Coalición Nacional, Sauli Niinistö, ya ha hecho historia. Pase lo que
pase, será el adiós a la presidenta Tarja Halonen, tras haber estado en
el poder todo lo que permite la Constitución del país, es decir, doce
años.
Haavisto lo tendrá muy difícil a la luz de los últimos sondeos pero
haber forzado una segunda vuelta frente al que muchos consideran uno de
los economistas punteros de Europa -de hecho, es el actual presidente
del Banco Europeo de Inversión- dice mucho a favor del verde y del
reflejo de la diversidad social en la política, no sólo por su
orientación sexual, sino por su carácter pacifista y su conciencia medio
ambiental.
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