El colapso moral en Europa es total. Ninguna de sus instituciones se
ha salvado de la dictadura del capital: lo justifica, lo aplaude, lo
encubre y lo protege. La crisis no ha llegado por culpa de la
inmigración y, por tanto, la salida no pasa por culpar -si no
criminalizar- a los inmigrantes. Los señores feudales de Europa, Merkel y
Sarkozy, propusieron ayer terminar con una de las razones de ser de la
Unión Europea: la libre circulación de personas.
Al mismo tiempo, nuestro ministro del Interior no encuentra mejor
solución para frenar posibles actos violentos durante la cumbre del
Banco Central Europeo (BCE) en Barcelona (2 al 4 de mayo), que
reestablecer los controles fronterizos. En un zafío uso del lenguaje,
quizás por malintencionado, quizás por ignorante, Jorge Fernández Díaz
identifica ‘antisistema’ con violento. Se equivoca, lo uno no implica a
lo otro, y viceversa. Podrá parar a los antisistema de fuera, pero no a
los de dentro. Mal que le pese.
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