Hoy son las elecciones presidenciales en Egipto, un país en donde si
ha quedado algo patente es que la transición que no ha habido en la
política sí se ha producido en la sociedad, al menos en términos de
descontento, de protesta, de lucha contra el autoristarismo. Pero, ¿es
real esta transición social o sólo un espejismo? Cuando menos, podemos
hablar de dudas al respecto.
Los 50 millones de electores que están llamados hoy a las urnas
podría votar como su presidente a Abul Futuh, un ex Hermano Musulmán
(expulsado en 2010 cuando anunció su candidatura), médico jubilado de 61
años y defensor de la sharía. Este musulmán moderado se
presenta como independiente y, siempre jugando con un lengua político
flexible para unos, con la demagogia para otros, ha calado en buena
parte del tejido social. Entre sus promesas, que la mitad de sus altos
cargos sean ostentados por jóvenes. ¿Es Abul Futuh un clavo ardiendo?
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