La casa del pueblo, pero sin el pueblo

La imagen que mejor representa el estado actual de la democracia en España es el férreo blindaje a que está sometido el Congreso de los Diputados. ¿Acaso hay alguna manifestación convocada para hoy? En realidad no, es una medida cautelar impuesta por el presidente de la Cámara Baja, Jesús Posada, en previsión de que la ciudadanía proteste.

El blindaje impide el derecho a la libre circulación, perjudica a vecinos de la zona y anula los comercios próximos al edificio del Congreso. En un mundo ideal, uno pensaría que el cordón policial tiene un fin inverso, esto es, que no se desborde de las cuatro paredes del Parlamento la chusma política que sufre este país, que no salpique ni contagie al resto de la sociedad.

Sin embargo, está concebido más bien como un cordón sanitario para que la justicia social que reclama la ciudadanía no entre en la Cámara Baja, para que las exigencias de una mayor representatividad democrática no debilite el bipartidismo chusquero que ha degradado nuestro sistema, para que la voz verdadera del pueblo no sea escuchada en la que antaño fue la casa del pueblo.

Leía anoche en Twitter frases como "Tenemos q entender de una vez por todas q votar en unas elecciones es EL momento más crítico de decisión de un ciudadano en democracia" o "Hacer sangre del gobierno q tenemos no beneficia a nadie. Es el gobierno que nos hemos dado nosotros. Aunque cueste, tenemos q asumirlo"

La primera marca las urnas como un punto de no retorno y no es así. Una mayoría absoluta no legitima a un Gobierno si los motivos por los que la obtuvo se desvanecen -como es el caso, tras promesas incumplidas del PP-. La segunda también es errónea y reincide en este punto: el pueblo no ha de asumir las mentiras del Gobierno que ya traspasan nuestras fronteras para estupor de Europa.

¿Y qué es lo mejor que se le ocurre al PP? Un cónclave para seguir protegiéndose del antídoto democrático que la ciudadanía está dispuesta a inyectarle. Porque eso es lo que temen nuestros políticos -de cualquier signo-: que la ciudadanía active el sistema inmunitario de la democracia, permitiéndolo no sólo reconocer las bacterias que dañan el sistema y destruirlas, sino recordarlas para que no se vuelvan a reproducir.
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