Herejes y piratas de importación

Esta mañana me cogía por sorpresa un tuit de mi colega Hernán Zin en el que anunciaba “más buenas noticias desde Somalia: planes de crear un mercado de valores”. A mi no sólo no me pareció una buena noticia, sino que me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. La iniciativa parte de un diplomático ligado a la ONU que se ha marcado el objetivo de crear la primera Bolsa en el Cuerno de África. Ambos términos, al menos en mi cabeza, chocan frontalmente como dos trenes a 250 km/h. Sólo unirlos en la misma frase se me antoja obsceno.

En un principio, el mercado de valores arrancaría en la vecina Kenia, en Nairobi, para después saltar a Mogadiscio. El diplomático quiere que los grandes bancos -que en el caso de Somalia ni siquiera existen como tales-, las grandes compañías de telecomunicaciones y las empresas de envíos de remesas -muy fuertes en estos países- sean los primeros en participar. Mientras mi colega Hernán ve una buena noticia, lo único que mi mente alcanza a ver es que Somalia cambiará unos piratas locales por otros de importación.

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