"La alternativa a los combustibles fósiles es capturar el CO2"


El padre de la teoría del cambio climático, Wallace S. Broecker, pasó ayer por Madrid con motivo del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, del que ha sido ganador en la categoría de ‘Cambio Climático’. Precisamente un 15 de junio, pero de 1952, este activista confeso comenzaba a trabajar en el Observatorio Terrestre de la Universidad de Columbia, donde hoy es catedrático. Perfecto conocedor de la evolución del clima y la química de los océanos, Broecker sostiene que “las actuales teorías utilizadas en los pronósticos del cambio climático son erróneas al manejar modelos a los que se escapan factores pasados y, así, lo que suceda en 100 o 200 años será una sorpresa, aunque no cabe duda que tendrá graves consecuencias para el conjunto de los seres vivos”.

El científico estadounidense está convencido de que las energías renovables no van a conseguir producir la energía suficiente para poder sustituir a los combustibles fósiles, al menos en los próximos 50 años. Durante ese tiempo, las necesidades de energía se van a ir incrementando exponencialmente, multiplicadas con el desarrollo de economías emergentes como es el caso de India o China, y con ellas las emisiones de dióxido de carbono.



Broecker señala que “los grandes cambios climáticos se han negociado de algún modo en los océanos, en la cantidad de CO2 que éstos absorben de la atmósfera. Los océanos únicamente son capaces de captar el 35% del CO2 por lo que a ese ritmo, hasta el año 2075, en el mejor de los casos, no serían capaces de enfriar al planeta”. En este contexto, el experto ve como única alternativa un sistema híbrido, en el que por un lado se siga impulsando el desarrollo de las energías alternativas y, al mismo tiempo, se capture CO2 de la atmósfera. Más aún teniendo en cuenta que, en su opinión, “es necesario reducir las emisiones de CO2 en un 90%”.

Para levantar esta teoría se apoya en las investigaciones de su colega de la Universidad de Columbia Klaus Lackner, que ha desarrollado un sistema mediante el cual es posible capturar el dióxido de carbono. A través de unos filtros sintéticos, ubicados preferiblemente en zonas desérticas alejadas del agua, es posible captar cerca del 30% del CO2 que transporta el viento –cada filtro capta emisiones equivalentes a 20 coches medios-. El coste supondría alrededor de un 10-15% de la energía que se produce, por lo que es un coste asumible, según Broecker.

El almacenamiento podría realizarse en los acuíferos de agua dulce bajo los continentes, en el fondo marino, inyectándolo en las rocas basálticas o en las regiones polares, siendo ésta la opción más remota. “La ventaja de los acuíferos”, señala el experto, “es que todos los países poseen algunos y no serían necesarios tratados internacionales”. Precisamente Noruega, según indica Broecker, “lleva cerca de siete años almacenando CO2 en un acuífero arenoso debajo del Mar del Norte con resultados bastante satisfactorios”.

Creación de una Agencia Internacional
El científico señala que “EEUU gastó muchos millones de dólares en almacenes de residuos nucleares, práctica que la Administración Obama va a abandonar por ser demasiado controvertida. Hay que dar garantías de seguridad y no se debe caer en el error de sembrar el pánico sobre los nuevos almacenes de CO2 porque sólo serviría para retrasar su puesta en marcha”, que llevará cerca de 20 años.

Broecker explica que “los países industrializados hemos emitido ya mucho CO2, especialmente EEUU, y tenemos que ser responsables por ello. Es necesaria la creación de una Agencia Internacional que se ponga ya manos a la obra”. Lejos de incluir éste en la lista de deberes de Barack Obama, el científico precisa que “la Unión Europea ya ha mantenido importantes reuniones para desbloquear presupuestos destinados a este propósito”. No obstante, asegura que “el asesor científico del presidente Obama me dijo en persona que se prevé la puesta en marcha de 50 proyectos pilotos para capturar CO2”. De hecho, el propio Broecker participa en uno de estos pilotos en Islandia: “llevamos tres años de pruebas y el próximo mes de septiembre inyectaremos CO2 en rocas basálticas”. 

(Guillermo Sanz)
Ante la celebración el próximo mes de diciembre de la Cumbre de Copenhague, en la se deberían definir los límites de emisión de CO2 de cada país, el experto no se muestra especialmente optimista, si bien advierte que “a diferencia de lo que pasó en otras Cumbres, esta vez la aportación de EEUU será positiva”. En este contexto, subraya que es necesaria la concienciación de países como China, además de superar barreras políticas de antaño, “como las del bufón que teníamos de presidente y que se encomendaba únicamente a lo que le dictaba su Señor”, ironiza.

El hemisferio norte, más desértico
En la actualidad, los últimos estudios paleoclimáticos que dirige Broecker desde hace un año y medio se encaminan a demostrar que el clima puede sufrir bruscos cambios en períodos, incluso, inferiores a 20 años. Basándose en datos procedentes de lagos cerrados y de las estalagmitas en cuevas, el científico desarrolla patrones de precipitaciones, “que se van reduciendo paulatinamente; a diferencia de los sucedió en la época glaciar, el ecuador térmico se moverá hacia el hemisferio norte, que se calentará más, moviendo consigo los anillos de precipitaciones”.

(Entrevista en Público, junio de 2009)
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