La reforma laboral envenenada

Ana Pastor, no atraviesa precisamente por el momento más dulce de su mandato al frente del ministerio de Fomento. Tras meses de cierta inactividad, en gran medida porque su cartera no tiene presupuesto para grandes infraestructuras, a la ministra le ha estallado en las manos el ERE de Iberia. La reestructuración de la aerolínea de bandera ha abrazado la reforma laboral aprobada por el Gobierno, sacándole todo el beneficio que el Ejecutivo y CEO siempre han pregonado y que ahora Pastor modula (por emplear un término 'popular').

La congoja por la aplicación de la reforma laboral es tal, que ayer mismo Pastor pidió a los consejeros españoles de IAG -International Consolidated Airlines Group, la matriz de Iberia- "no ratificar" el ERE de Iberia. El Plan de Transformación aprobado por unanimidad el pasado mes de noviembre atenta contra lso intereses de las empresas españolas, según el Gobierno. Y surge la pregunta inevitablemente: ¿acaso no reparó el Gobierno en que esto podría pasar cuando se da carta blanca a los empresarios para hacer y deshacer en sus organizaciones?


¿Dónde han quedado aquellos calificativos -"completa, equilibrada y útil"- con que elogiaba Fátima Báñez a la reforma laboral? Sencillo, en este caso, bajo la alfombra; no hay más que recordar cómo la propia Báñez pedía a finales del año pasado "sensibilidad a Iberia a la hora de aplicar la reforma laboral".

El Gobierno debe de estar sufriendo extraordinarias presiones por parte del lobby turístico, que parece ser el principal afectado por el Plan de Transformación de Iberia. Tanto es así, que el Gobierno de Rajoy, convencido de que las decisiones se están tomando en Londres en beneficio de British Airways, ha marcado cuatro líneas rojas que no está dispuesto a consentir a British Airways. La primera de ellas, que la imagen de nuestro Turismo, la principal 'industria' de nuestra economía y a la que el sector aéreo aporta el 1,5% del PIB, no se vea dañada. Curioso que ésta sea una de sus máximas preocupaciones y, en cambio, no se haya pronunciado hasta la fecha sobre las quejas de trabajadores de algunas compañías aéreas que denuncian que, debido a los recortes de personal, el tiempo medio de recepción de maletas facturadas desde que aterriza un avión ronda los 60 minutos.

Otra de las líneas infranqueables es no perder la conectividad con Latinoamérica, puesto que el plan prevé suspender los vuelos a La Habana y Santo Domingo y que las conexiones con San Juan de Puerto Rico y Montevideo ya no sean vuelos directos. Asimismo, Pastor se niega a perder las conexiones con las Canarias y las Baleares, un temor que desde las islas ya ha surgido. Le preocupan bastante menos, por su menor valor turístico, las ciudades de Ceuta y Melilla.

Tícket de Iberia donde aparece número fiscal británico (eldiario.es)
Por último, Pastor quiere amortizar la inversión que supuso la T4 de Barajas, alrededor de 6.200 millones de euros, que, dado que está al servicio exclusivo de Iberia podría verse escandalosamente infrautilizada con los recortes, lo que no ayudaría a mejorar el endeudamiento de AENA.

Lo que sucede en Iberia no es más que una prueba más del impacto negativo que está teniendo la reforma laboral del Gobierno, una bofetada de realidad para el Ejecutivo de Rajoy que sufre en sus propias carnes cómo flexibilidad y competitividad -los objetivos que persigue IAG con su plan- no siempre son beneficiosas para el conjunto. Es una máxima de las políticas neoliberales que impulsa Rajoy, que prima la agresividad, la competitividad, la generación de riqueza a costa de lo que sea, desterrando la solidaridad o la justicia social.

IAG no ha hecho más que aprovechar los resquicios legales que permiten las políticas de la Moncloa, desde tributar en Reino Unido parte de lo facturado en España, como las comandas de abordo, a despedir y reestructurar Iberia a placer. Asistimos, pues, al día en que las propias reformas de Rajoy se vuelven en su contra.
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