Carromero contraataca

Carromero entre Cospedal y Aznar durante un Campus FAES.
Ángel Carromero, el homicida involuntario que no ha pasado ni seis meses en la cárcel y cobra 50.000 euros al año del erario público, ha puesto al Gobierno de España en una situación algo más que incómoda. En una entrevista al Washington Post, el líder de Nuevas Generaciones (NNGG) del PP acusa directamente al Gobierno de Cuba de estar detrás de la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero. El propio ministro de Exteriores, García-Margallo, le desmiente.

Carromero es un privilegiado. Siempre lo ha sido si lo comparamos con un ciudadano medio. No se podría explicar de otro modo que sea uno de los asesores a dedo con que cuenta el Ayuntamiento de Madrid y cobre por ello más de 50.000 euros al año, a pesar de no contar con título universitario alguno. Su único mérito, se líder de NNGG.

Es un privilegiado porque el trato de favor que recibió del Gobierno español no ha tenido precedentes: mientras miles de españoles se pudren en cárceles extranjeras, el Ejecutivo del PP hizo todo cuanto estuvo en su mano, a cargo de los impuestos del contribuyente, para sacar a Carromero de la cárcel cubana, después de que fuera condenado a cuatro años de cárcel. Y cuando lo hizo, volvió a recibir un trato de favor al conseguir el tercer grado en tiempo récord. Todo ello sin cuestionar en ningún momento que continúe como asesor del consistorio de Ana Botella, esposa del líder espiritual de Carromero.

No contento con ello, ahora el popular homicida involuntario declara al diario estadounidense que conducía cuidadosamente cuando sin darse cuenta y de sopetón un vehículo los embistió. No sólo eso, sino que confesó su conducción temeraria y estuvo dispuesto a cumplir los cuatro años de cárcel en Cuba -antes de saber que Exteriores le sacaría de allí- porque le drogaron.

Estas declaraciones han caído como un jarro de agua fría en la Moncloa: en primer lugar porque considerando que Carromero mantiene su estatus de privilegiado no había necesidad de ello. En segundo, porque tras la muerte de Chávez, las relaciones con Cuba y Venezuela atraviesan un momento sensible, más aún cuando las declaraciones se han realizado en el diario bandera del país que lleva sometiendo medio siglo a Cuba con un bloqueo atroz y ahora reclama la reapertura de las investigaciones en su editorial.

Y, sobre todo, lo inoportuno del nuevo discurso de Carromero viene por su falta de credibilidad. Han pasado ya dos meses desde que el asesor a dedo del PP saliera de prisión y durante ese tiempo de silencio se ha entrevistado con la familia Payá -que, recordemos, jamás ha presentado ninguna denuncia formal antes las autoridades cubanas- y, por supuesto, con José María Aznar. Ha sido después de estos encuentros cuando ha concedido la entrevista al Washington Post. Y adivinen, el otro testigo de excepción, el también conservador Aron Modig (presidente de Juventud Demócrata Cristiana de Suecia), jamás ha corroborado la versión de Carromero y, de hecho, confirmó la hipótesis que el popular confesó en Cuba y le condenó a cuatro meses de prisión.
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