A la caza del superviviente

El Gobierno está acorralado. Las últimas cifras de desempleo han marcado un punto de inflexión en la legislatura, generando sensación de fracaso, incluso, dentro de las propias filas del PP. Sus dirigentes, con Rajoy a la cabeza, son presas de la improvisación y víctimas de su ineptitud. Lo último: en lugar de combartir el desempleo, lo único que importa es maquillar sus cifras. Así, se firma una acuerdo con la Policía para perseguir falsos parados con penas de cárcel que superan, incluso, los dos años que le cayeron a Ortega Cano por matar a un hombre.

Las cifras lo son todo. Y más en tiempos de crisis, donde parece que el más pintado sabe de porcentajes, estadísticas y desindexaciones. De este modo, en lugar de combatir las demoledoras cifras de desempleo, lo único que le importa al Gobierno es reducir el número de parados, sea como sea. Con este propósito, se avecina una nueva oleada de inspecciones a la caza de esos pequeños chapuzas como electricistas o fontaneros que quizás cobran 400 euros del subsidio de desempleo y mientras consiguen complementar ese dinero con media docena de ñapas que no facturan. Sencillamente, es imposible facturarlas, puesto que de hacerlo y tener que pagar la cuota de Autónomos y el IVA no les quedaría nada.

Al Gobierno eso le da igual. No justifico la economía sumergida, pero ésta a la que me refiero es pura superviviencia ante una situación en la que el Gobieno ha dejado desvalido al trabajador. El problema no es ese chapuzas que se busca la vida para sacar adelante a su familia, el problema es gente como Arturo Fernández, que no sólo paga en dinero negro sino que elude pagar impuestos. Es contra éstos contra quienes ha de intensificar la lucha el Gobierno, porque acabar con esta lacra social irá depurando el resto.

El gran escollo, sin embargo, es la cantidad de supuestos empresarios y políticos nobles que podrían caer por una gestión similar de sus empresas y sociedades. Dicho de otro modo, el Gobierno no actuará como el alacrán que se clava el aguijón así mismo. En lugar de eso, prefiero morir matando, sin un ápice de autocrítica, con altas dosis de soberbia y absolutamente cegado por su incapacidad de gestionar un país cuyo apoyo se ha esfumado en menos de año y medio. Y así, morirá matando... pero morirá.
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