El miedo de Rajoy

(EFE/Víctor Lerena)
Rajoy tiene miedo. Es un hecho. Y tiene miedo de la ciudadanía, a la que no deja de intentar manipular a través de todos los medios que tiene a sus disposición, con la RTVE a la cabeza. Ayer, en pleno aniversario del 15M, pudimos verlo una vez más, siendo testigos de cómo la televisión del régimen ninguneaba las decenas de manifestaciones que se iban a producir en toda España. Y cuando un gobernante tiene miedo de su pueblo es que hay algo que falla, es que, sencillamente, ya no hablamos de democracia.

Democracia, del griego "demos", que significa pueblo, y "kratos", que significa poder o autoridad; así, muchos lo traducen como "poder del pueblo". Y eso es, precisamente, lo que ayer se reclamaba en las calles, lo que la ciudadanía reivindica a través de sus diferentes movimientos sociales, de sus mareas que no pasa una sola semana sin que se movilicen.

El motivo de este activismo social, más vivo que nunca en España, es que no es el pueblo el que gobierna, sino que lo hace una única persona, un partido único que toma decisiones unilateralmente sin el respaldo de la población ni de ningún partido de la oposición. Tan sólo gobierna esa única persona que pone voz a los dictados del capital, habiendo llegado al poder de manera fraudulenta con promesas que ha ido incumpliendo una a una y, a pesar de ello, todavía se cree con autoridad moral y política para seguir gobernando, cuando no es así. Asistimos, pues, a una suerte de tiranía de nuevo cuño con maquillaje democrático.

Esa es la raíz del miedo de Rajoy, que consigue que ante la salida masiva del pueblo a las calles, los informativos de la televisión del régimen ni siquiera lo mencionen y le otorguen más entidad informatica a un marcha de Harley-Davidsons en Madrid. El presidente del Gobierno sabe que el 15M está mucho más organizado, que con su lema "de la indignación a la rebelión" ha aglutinado a múltiples mareas capaces de poner en jaque a un gobierno ilegítimo como el que hoy por hoy padece España.

Y por eso, el tirano ha de manipular y tirar de mano dura, con ministros más propios de otra época oscura de España, como Fernández Díaz, que no duda en afirmar que "nadie confunda serenidad con debilidad" o que "es evidente que el Gobierno hará cumplir la Constitución…, que nadie tenga la más mínima duda", a pesar de que él mismo ha violado derechos constitucionales como la libertad de reunión o de expresión. Y mientras, se permite el lujo de criticar que el pueblo puede tener "sensación de impunidad" por acciones como las de Sánchez Gordillo y ni siquiera mencione a personajes como Camps, Rato y la larga lista de corruptos del PP que no han pagado por sus pecados.
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