El valor de las palabras o hablar por hablar


Si algo está demostrando esta legislatura es que las palabras no valen nada. Y no me refiero únicamente a las promesas, esas hace mucho tiempo que el PP se encargó de dejar claro que no tienen absolutamente ninguna credibilidad, sino a las palabras en sí, al discurso.

El más pintado o pintada se puede marcar un "que se jodan" o decir que "el aborto tiene que ver con ETA". Todo vale, hasta poner al PP la etiqueta del "partido de los trabajadores". ¿Qué más da? Cualquiera puede decir cualquier cosa independientemente del cargo que tenga, desde una diputada asegurando que las mujeres que abortan son las que menos formación tienen a un rey al que el paro juvenil le quita el sueño y en ese mismo acto se queda dormido.

Y hoy precisamente, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nos ha regalado este lapus (ver vídeo). Tiene gracia, él que dosifica al milímetro sus intervenciones para no desgastarse, que incluso algunas de ellas las pasa irrespetuosamente por un plasma privando a los españoles de la libertad de información. Y, sin embargo, cada vez que habla en alguna de esas escasísimas ocasiones, mete la pata.

Y es que lo que Rajoy no sabe es que él no se desgasta, sencillamente se consume... aunque no intervenga.
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