El atentado a Evo y la involución de Europa

Evo Morales en Viena (Helmut Fohringer)
Europa apesta. Disculpen lo directo de la expresión pero no merece mayores rodeos ni medias tintas. Hoy es uno de esos días en los que uno se siente latinoamericano y de buena gana mandaría al carajo sus raíces europeas, que no hacen sino traer consigo desvergüenza. Es una de esas ocasiones en las que uno se sorprende orgullosamente indignado al conocer el secuestro de Evo Morales por parte de Europa durante 13 horas en Viena y desea con todas sus fuerzas ser merecedor de nuestros hermanos del otro lado del Charco.

Desconozco si lo soy, pero lo que sí sé con certeza es que esta Europa es indigna de mi y de otros tantos millones de europeos que seguramente hoy habrán sentido el mismo desprecio por Italia, Francia, España y Portugal cuando le han prohibido al presidente boliviano sobrevolar su espacio aéreo con el único pretexto de la sospecha de que en su avión viajara Snowden.

Lo más triste de todo no es que haya sucedido, sino que cada vez sorprenden menos acciones de este tipo, sobre todo cuando está involucrado EEUU... o el capital, que a efectos prácticos terminan convergiendo. Todos los países de la Unión Europea preocupados por haber sido víctimas del espionaje de la NSA de Obama, tal y como desvelaron las informaciones filtradas por Snowden, y sin embargo, a la mínima de cambio sucumben a los caprichos de EEUU, sacrificando cualquier mínimo diplomático.

El caso español, además, resulta todavía más lamentable, puesto que el mismo presidente que en la última Cumbre de Iberoamericana de Cádiz prácticamente mendigó inversiones a Latam, es el que ha atentado contra Bolivia y Evo Morales. Rajoy, que como la UE mantiene su regularidad a la hora de no estar a la altura de las circunstancias, ha infravalorado las consecuencias del registro del avión, tachándolo de "debate artificial" y, no contento con ello, ha mandado a su embajador en Viena para registrar el avión. Lamentable.

Las voces que históricamente se han puesto en guardia ante el "imperio" de EEUU parecen hoy oírse con más claridad. Los premios Nobel de la Paz (Obama y la UE) juegan al amo y el sirviente en una macabra función en la que todos pagamos una carísima entrada para no disfrutar ni de un acto siquiera. Y hoy más que nunca, uno tiene fe ciega en Latinoamérica y su razón, que supera las envidias, avaricias y despropósitos de esos que aún se creen potencias coloniales y confían en la máxima de que crecer es evolucionar... y Europa, amigos míos, está más involucionada que nunca.

Bravo por UNASUR y su cumbre extraordinaria de mañana para analizar lo que Rajoy hoy menosprecia. Esas cosas marcan la diferencia, eso es lo que pasará factura a una Europa cuya moral hace demasiado tiempo que se vendió al mejor postor. Por todo ello, perdonen hermanos latinos y tengan la bondad de acoger a quienes comparten más su visión del mundo que la de Bruselas, Berlín o Washington; y juntos tiñamos el mundo de rojo.
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