“En España se respira una especie de crisis de identidad, de falta visión de futuro”


Tras un recorrido por el mundo del corto repleto de premios (Contracuerpo, Alumbramiento y The End) y su primera incursión en el largometraje con Verbo, Eduardo Chapero-Jackson se embarcó el año pasado en Los mundos sutiles, la compleja empresa de llevar al cine Campos de Castilla de Antonio Machado, para celebrar su primer centenario. El director pasa ahora unos días en la capital británica, donde ayer estrenó la cinta durante la IX edición del Festival de Cine Español de Londres, para continuar con su nuevo proyecto: El séptimo sueño. Se trata de “un documental híbrido de ficción como 'Los mundos sutiles', en el que participa TVE, y que tiene que ver con el cine, pero también con ciertos aspectos de la vida”. Además, en cartera, Chapero-Jackson también guarda otro largometraje de ficción, para el que “tengo que empezar a enfrentarme ya al mundo de la financiación y de la realidad”, avanza.

Si arriesgada era la empresa de llevar Campos de Castilla al cine, más aún lo parece traerlo a Londres. ¿Cómo espera que cale la proyección? 
No tengo ni idea, la verdad. Tengo la sensación de que Antonio Machado no ha gozado de tanta exportación como otros poetas. Creo que el lenguaje de Lorca tiene algo más de espectacular, exótico y, además, se traduce mejor. Las traducciones que he visto de Machado se lo llevan a un terreno en el que creo que también ha caído muchas veces en España, un poco viejuno. Viendo estas traducciones, con todo el respeto a los traductores, creo que no se ha conseguir transmitir todo lo que esconde su poesía.

(D.B.)

Usted mismo tuvo que redescubrir a Machado para poder realizar Los mundos sutiles
Sí, porque ha sido un poco sesgado por la historia, sobre todo por razones políticas. Lo que incomodaba a la derecha se ha ido sesgando, además de lo que la izquierda se apropiaba. Ha sido muy vapuleado y creo que a muchos de la izquierda obvian otro tipo de textos más teológicos que tiene o más estetas y la derecha, otros textos muy críticos. Una de las cosas más interesantes que he descubierto al hacer la película es ver lo absolutamente actual que resulta.

En la película se ve esa parte social, incluso, se intercalan imágenes del 15-M en Sol. 
Además la situación actual de España es una especie de eco o de elipsis de la crisis del 98. En España se respira una especie de crisis de identidad, de ánimo, de falta visión de futuro.

La España de ahora, ¿le dolería a Machado más de lo que ya le dolió la España de su tiempo? 
(D.B.)
Sí, le dolía mucho y creo que lo curioso de lo que definió que había provocado la crisis de entonces es la psicología nacional que podía haber propiciado ese estado, a veces ese limbo tristemente inculto de despreciar aquello que se ignora. Toda una serie de pecados capitales en España que están muy en la fuente también de lo que ha tenido esta nueva crisis. Eso es muy llamativo y lo describe con una lucidez sorprendente. Hay textos que realmente afinan mucho lo que se está viviendo ahora.

Un verso que se repite en el documental es “se canta lo que se pierde”. ¿Estamos ahora los españoles cantando lo que perdemos? 
Yo creo que sí, no sólo se canta lo que se pierde sino que algunas veces nos regodeamos en lo perdido; a veces estamos luchando con nuestra tendencia a no ser más innovadores, a no apostar más por una serie de herramientas sociales que se pueden tener.

Con Verbo describió a esa juventud perdida, esa adolescencia desilusionada y Los mundos sutiles posee una fuerte carga social, pero son islas en el océano cinematográfico nacional. ¿Falta más cine social en España?
Con ambas películas yo intenté meterme en territorio de nadie. Lo que yo notaba es que, primero, tenemos un problema en esa edad casi de epidemia, con un 30% de fracaso escolar, 50% de paro. El cine que trata sobre esa edad, el más serio, el que profundiza más, suele quedarse en circuitos de festivales o en salas de arte y ensayo, o sea, para un público culto. Y el cine que se hace de adolescentes puede ser legítimamente entretenido, pero deja mucho que desear en otros aspectos. Con Verbo quería llegar a ese vacío que yo sentí -y creo que está- de otro tipo de contenidos. Claro es muy difícil, porque estás jugando fuera de los esquemas industriales. Hacer una película artística para los circuitos comerciales es un poco suicida, la verdad.

Claro, porque usted es un director poco común y no parece que precisamente corran buenos tiempos para eso. ¿Cómo está viviendo ésta época de incertidumbre? 
Pues con muchísima tristeza. A nivel personal he sentido que justo he metido la cabeza cuando las compuertas se estaban cerrando. A mí me va más o menos bien con todas las dificultades que hay con el cine en general y con este tipo en concreto, pero sí que es muy descorazonador por fin llegar a dirigir y hacerlo en el peor momento que se pueda vivir en el cine en las últimas décadas. Te crea mucha inquietud, y no sólo entre la gente joven sino entre los directores mayores a los que se está jubilando antes de tiempo cuando tienen mucho que decir.

(D.B.)

¿Añora los tiempos del corto, que tantas las alegrías le procuró?
Bueno, a mí me están dando muchas alegrías el largo y el documental. No lo añoro. Añoro que hace unos años sí se vivía un mayor apogeo, una celebración del cine español.

(En Público, Octubre de 2013)


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