Es posible que lo largo del día la presidenta andaluza, Susana Díaz, anuncie la fecha (finales de marzo) de las elecciones anticipadas en su Comunidad. Que nadie se llame a engaños. En su mente, astuta y manipuladora al más puro estilo Rubalcaba,
las elecciones ya se adelantaron el año pasado. Que Pedro Sánchez
pudiera dar un primer golpe en la mesa en su carrera hacia la secretaria
general no fue casual: Andalucía le proporcionó casi 14.400 avales, más
de un tercio del total. Sólo en Sevilla, sacó nada menos que 4.600
avales, todo un golpe de autoridad frente a sus rivales Eduardo Madina y
José Antonio Pérez Tapias, más aún considerando que la relación de
Sánchez con Andalucía es como la mía con Siberia. Respaldo con recado:
Me debes una.
Sánchez era, a los ojos de
Susana Díaz, el candidado más cómodo para sus planes, incluso, para
haberse postulado ya el año pasado como candidata a la presidencia de
España. Lo dudó, lo dudó mucho, pero tuvo a poderosos en su propio partido y en los medios que cuestionaron su ambición. Fue entonces cuando, seguramente, ideó un plan perfecto: ¿Por qué no adelantar las elecciones andaluzas, fiel a su mantra "Andalucía es lo primero, porque siendo fuertes aquí [hablando por el PSOE], lo somos en España"?
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