Ayer, PP y PSOE realizaron su primer acto de precampaña electoral: la firma del pacto contra el terrorismo yihadista. El argumento para que ambos lo suscribieran a espaldas del Congreso de los Diputados y del resto de fuerzas políticas
es que es precisa la unión contra los terroristas fundamentalistas. ¿Es
que hay alguien que dude que todos los partidos están en contra del
terrorismo yihadista? ¿Para qué es necesaria la firma de un Pacto como
este? Y, más aún, ¿para qué le hacía falta al PSOE?
En lo que
respecto al PP, poco hay que decir, puesto que con su rodillo
parlamentario no precisaba de Pacto alguno para imponer su particular
visión de la democracia. A fin de cuentas, la reforma del Código Penal ya se tramitó fraudulentamente por la vía de urgencia
para, así, saltarse los preceptivos informes del Consejo de Estado y el
Consejo Fiscal... y ello a pesar de que el propio Alberto Ruiz
Gallardón, cuando todavía era ministro de Justicia en 2012, juró y
perjuró que la cadena perpetua revisable jamás se aprobaría por esta vía
pues requería del consenso mayoritario. Una mentira más. Pecador.
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