Estamos habituados a consumir la información tal y como nos llega,
sin comparar, sin analizar. El ser humano es perezoso por naturaleza y
con eso juegan los políticos, es la base de la manipulación. Es, por
ejemplo, lo que está haciendo el Gobierno con los datos del paro, que
convenientemente -e insultantemente- se ha acostumbrado a filtrar antes
de su publicación cuando son positivos.
La
lectura simplista que hace Rajoy del dato del paro es que éste baja. No
profundiza, como sí lo hacen sindicatos y ciertos analistas, en que se
hace a costa de la precariedad. Precariedad, por otro lado, que
bienvenida sea, dirán muchos, porque es preferible precariedad a nada. Ese
pensamiento es muy peligroso, porque termina por hacerse crónico y, una
vez alcanzado ese estadio, el empresario no recuperará el salario digno.
El razonamiento del explotador le lleva a aprovechar cualquier
resquicio para justificar la esclavitud del siglo XXI, esa en la que en
los países desarrollados unos pocos desangran a la mayoría para
incrementar su riqueza.
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