Hace ya una década que se rodó el documental La marcha de los pingüinos
en el que se muestra a un grupo de pingüinos emperadores macho en mitad
de una tormenta en la Antártida. La cinta nos enseña cómo los machos
están incubando los huevos mientras las hembras se han desmarcado del
grupo para buscar comida.
Acurrucados todos juntos, bien apretados
formando un corro, giran de dentro hacia afuera, intentando que ninguno
de ellos pase demasiado frío. La densidad puede llegar a alcanzar los ocho o diez pingüinos por metro cuadrado
con un único objetivo: combatir el frío extremo de la Antártida. Es lo
que se llama termorregulación social, que se ve directamente influida,
no sólo por la temperatura del aire, sino también por el viento o la
radiación solar.
Gracias al calor de sus propias respiraciones, en
el corrillo pueden llegar a generar una temperatura de hasta 37,5ºC,
que supera con mucho los 20ºC que es la temperatura de confort de estas
aves. Este es el motivo por el que estas formaciones tampoco se
prolongan durante mucho tiempo, algunas, incluso, sólo unos pocos
minutos, aunque según las investigaciones la media se situaría en los 50
minutos.
Pero, ¿cómo arranca esta ruptura del grupo? Aunque
algunas investigaciones apuntaban a que el detonante procedía de un
miembro situado en el centro, por ser precisamente los que más calientes
están, lo cierto es que la mayor parte de las veces es uno de los que
se encuentran en el perímetro del corro el que inicia la dispersión. Así
lo ilustra el francés André Ancel, de la Universidad de Estrasburgo. Una vez que se desmarca del grupo, tan sólo lleva un par de minutos para que el corro se disgregue por completo.
Entre
los seres humanos, el comportamiento es similar. Si nosotros somos
pingüinos, el azote de la crisis sería el frío antártico. Mientras éste
nos hiela la sangre en los años de la crisis, el fenómeno de la
termoregulación social surte efecto. ¿Acaso no recuerdan lo
multitudinario de las mareas? ¿Hemos olvidado ya que sólo en el
primer año de Gobierno de Rajoy se convocaron más de 36.000
manifestaciones y concentraciones en toda España? Aquello era
termoregulación social, era un gigantesco corro de personas que en
materia de Sanidad, de Educación, Vivienda o Empleo, entre otras, se
apiñaban como medida defensiva.
Han pasado
los meses y es cierto que a algunos que que giraban en esos corros
generando calor para el grupo les ha salpicado positivamente la
macroeconomía... y abandonan el grupo. Han dejado de pensar en el bien
común, ese bien que en los años de frío intenso les ayudó a no perecer de frío.
Algunos, incluso, se han desmarcado del grupo y no han tardado en
regresar, pero otros marchan para no volver.
Como en el caso de los
pingüinos emperador, la marcha de un solo miembro puede provocar la
disolución total por una mera cuestión de contagio, de pensar que si uno
puede, todos pueden, por una cuestión de miopía social que en ocasiones nos lleva a pensar que uno prospera más en solitario que en grupo.
No
actúen como pingüinos emperador, mantengan el grupo y no pasen por alto
a quienes le procuraron abrigo los años pasados. Si ustedes ya han
entrado en calor, compartánlo con los que aún no lo han hecho, con esos
que si ustedes marchan y, al poco, les sale mal la jugada y vuelven, no
dudarán en volver a acogerles. No se confíen por haber alcanzado
su tempertatura confort, porque ésta se puede volver a precipitar con
un solo soplo tras el 20D.
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