El golfo de Ob se encuentra en al noroeste de Siberia. Allí, el
pueblo de Nyda ha sido testigo de un fenómeno poco común. Hace unos
días, la estampa que ofrecía la naturaleza era increíble: la arena de la playa estaba cubierta por miles y miles de bolas de nieve que se había formado de manera natural. No era un pequeño cúmulo, no, hablamos de un tramo de cerca de 18 kilómetros de playa, con bolas de iban desde el tamaño de una pelota de tenis a otra de hasta un metro de diámetro.
La
explicación científica de tal fenómeno viene de la mano de un proceso
ambiental en el que el viento y el agua arrastran pedazos de hielo hasta
que se terminan en bolas de nieve gigantes. Así lo explica Sergei
Lisenkov desde el Instituto de Investigación de la Antártida y el
Ártico, indicando que una vez que se forman grandes masas de hielo en el mar, la “combinación de los efectos del viento, de la temperatura, la forma del litoral y las condiciones del viento”, terminan por pulir estas formas esféricas de nieve.
No
es la primera vez que sucede algo parecido. Fenómenos similares ya se
registraron en el golfo de Finlandia en diciembre de 2014 y en el lago
Michigan de EEUU hace justo ahora un año.
Ahora los meteorólogos
se apoyan en este fenómeno de Siberia para pronosticar un invierno en
Norte América protagonizado por grandes nevadas. No se descarta, de
hecho, que en enero se repita un fenómeno como el vórtice polar que dejó una veintena de muertos en 2014 y un rastro de miles de millones dólares en daños.
Así
lo han puesto de manifiesto los expertos del centro de Investigación
Atmosférica y Ambiental en Lexington (Massachusetts) en una
investigación financiada por la National Science Foundation que prevé un
invierno inusualmente frío, especialmente al este del río Mississippi.
En sus informes, los científicos relacionan la pérdida de la masa de hielo ártica con la generación del vórtice polar.
Y
EEUU no será el único afectado. Otras investigaciones, como las
llevadas a cabo desde hace años en la Universidad de Sheffield, también
relaciona el calentamiento en el Ártico con la generación de fuertes
corrientes de frío que cada vez más llegan a latitudes medias.
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